Por Rocío Altinier
El pasado domingo se estrenó a nivel mundial la esperada quinta temporada de Game of Thrones. La producción de HBO que supo consagrarse como una de las más grandes y exitosas series televisivas, promete no dejar insatisfechos a sus seguidores.
Imposible es negar el fenómeno suscitado por Game of Thrones alrededor del mundo. Inspirada en la saga escrita por George R. R. Martin, Una canción de hielo y fuego (una heptalogía cuyas últimas entregas están aún en desarrollo), la serie recrea en una Edad Media fantástica las luchas de poder encarnadas alrededor del Trono de Hierro por diferentes familias que reclaman la soberanía sobre los Siete Reinos.
Con una inversión de más de 60 millones de dólares para la primer temporada (número que no dejó de ascender desde su estreno), y un recorrido por locaciones impresionantes alrededor del mundo (las grabaciones se reparten entre Irlanda del Norte, Croacia, España y Escocia entre otros), la serie logró cautivar a los espectadores y consagrarse como una de las producciones más grandes para la pantalla chica: batallas como la de Aguasnegras (temporada 2, cap. 9), o la del Castillo Negro, que incluye mamuts, gigantes, y “salvajes del Norte” escalando kilómetros de paredes de hielo (temporada 4, cap. 9), no tienen nada que envidiarle a las superproducciones de cine.
Pero para los que todavía no se adentraron en el mundo y las intrigantes historias del Poniente y las tierras que están más allá del Mar Angosto, déjenme advertirles que Game of Thrones ofrece algo más que decapitaciones, violaciones y enfrentamientos a muerte con espadas. Es mérito no solo del autor de la saga original (quién creó un mundo épico inspirado en la historia medieval y en acontecimientos como la Guerra de las dos Rosas) sino también de los principales creadores de la serie televisiva, David Benioff y D. B. Weiss, haber dado vida no a una historia, sino a muchas, con una precisión y calidad que les valió el respeto y admiración del público y la crítica en general.
Valar Morghulis
Parricidios, fratricidios, regicidios y más: la muerte (en su acecho o su concreción) es uno de los motores de la serie, junto con su contrapartida: la vida, la supervivencia y la lucha por un lugar en la Historia. Las distinciones entre “buenos” y “malos”, si bien las hay, dejan de ser tajantes, dando lugar a una sucesión de personajes complejos, amados y odiados, pero imposibles de catalogar: hasta un héroe corta cabezas delante de un hijo o un regicida perdona vidas enemigas.
La evolución misma de los personajes permite percibir la magnitud del fenómeno. Es muestra de esto la adorada y bella Khaleesi, por caso, que supo pasar de ser una hermanita sumisa y manipulada a una libertadora de esclavos, líder guerrera y madre de dragones. Ella también conforma un ejemplo paradigmático de la fuerza con la que se presentan los personajes femeninos en la serie (se la ha caracterizado en numerosas oportunidades como “feminista”): Cersei Lannister, Brienne de Tarth, Melisandre, Catelyn Stark o Arya Stark, la heroína favorita de quien les escribe, forman parte de la lista de powerful women, donde las chicas también se animan a las espadas.
Game of Thrones es considerada provocadora por la crudeza de sus imágenes, pero también arriesgada por la resolución de su trama: solo una serie tan osada se atreve a matar a uno de sus héroes a pocos episodios de la primer temporada, dejándonos al público con una sola pregunta: ¡¿Y ahora qué!? Pero la escena del rey Joffrey dando aquella orden de muerte fue solo el comienzo de todo…
Quizás otro de los grandes aciertos de la serie es que no se caracteriza por ser moderada ni discreta: más allá de las miles de formas de morir sangrientamente que Game of Thrones nos mostró a lo largo de sus cuatro temporadas, puede pensarse que la serie representa algún tipo de réplica del espectáculo humano, con todas sus perversidades, violencia, injusticias y disputas por poder y riqueza.
Además, hace un recorrido por todo un espectro de existencias diferentes que entran en pugna y conexiones varias: las relaciones inter-especies es uno de los temas más atrapantes, donde hay dragones rebeldes, humanos que entran en conexión psíquica con animales (los llamados wargs), y lobos fieles que acompañan y defienden a sus “dueños” ante cualquier amenaza.
Lo mágico, pero también lo místico y lo religioso, forman parte de la existencia misma de todo este mundo, junto con las diferencias culturales y tradiciones que nos muestran a lo largo de los continentes conocidos, Poniente y Essos, aunque hay también otros dos de los que poco se sabe, y un mundo de hielo desconocido y temido tras “el Muro”. Leyendas, costumbres y lenguas diferentes (expertos en lenguas han creado toda una gramática y sistematizado un léxico para las lenguas ficticias de la serie) abren una abanico de historias lejanas, todas atrapantes, que se unen en algún punto y prometen colisionar en el futuro.
Más allá del repaso de la serie, quedan todavía muchas intrigas por resolver: ¿Quiénes son aquellos hombres que cambian de rostro? ¿Qué tiene aquella arma que logra matar a “los caminantes blancos”? ¿Quién es la madre de Jon Snow? ¿Sobrevivirá el querido Tyrion Lannister a la sentencia de muerte alentada por su hermana? Y sobre todo: ¿Tendrá el Trono de Hierro un nuevo rey o reina? En principio, solo un pequeño adelanto: se acerca un encuentro Oeste-Este, donde historias separadas y geográficamente alejadas, comienzan a unirse. Ahora parece que sí: Winter is coming…