Por Leandro Albani
Asesinato de civiles, encarcelamiento de legisladores y una fuerte represión contra los niños y niñas de Palestina son algunos de los “métodos” de Israel para lograr sus objetivos en Medio Oriente.
Afirmar que Israel aplica un sistema represivo planificado y permanente contra la población palestina es repetir lo que se observa desde hace más de 60 años, cuando Naciones Unidas aprobó la partición de Palestina para la creación del Estado judío.
¿Cuál será el punto máximo en la escalada represiva de Israel contra Palestina? Cuesta imaginar una invasión más terrorífica que “Margen Protector” en 2014 contra la Franja de Gaza, en la cual fueron asesinados más de dos mil palestinos y palestinas, incluyendo 447 niños y niñas.
Con la reelección de Benjamín Netanyahu como presidente, un nuevo ataque masivo contra la población gazatí se encuentra latente. Por más que el “laborismo”, con Issac Herzog y Tzipi Livni, fuera presentado como una “alternativa” a Netanyahu, las políticas israelíes contra Palestina son calcadas sean “halcones” o “palomas” quienes gobiernen. Un alerta sobre una posible invasión a Gaza la dio en estos días el canal 2 de Israel, que anunció el comienzo de “la cuenta regresiva hacia la próxima guerra del ejército israelí contra Hamas en la Franja de Gaza”.
Por eso, los “blancos” de Israel para justificar sus ataques son variados y siempre están al alcance de la mano de quienes dirigen al país. Mientras Israel acusa de “terrorista” al Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, en los Altos del Golán sirios (ocupados por el Estado israelí hace décadas) los militares hebreos colaboran con los mercenarios del Frente Al Nusra.
El plan de expansión israelí sobre Medio Oriente es parte fundamental del sionismo, ideología que rige a ese Estado nacido de un mito bíblico. Pero si dijimos que hace sesenta años el poder político y militar israelí aplica una guerra de exterminio contra Palestina –buscando “blancos” a los cuales combatir-, la fuerza de la realidad confirma que hace sesenta años los palestinos y las palestinas resisten sin abandonar sus tierras.
Los blancos móviles
Una nueva denuncia demuestra la capacidad represiva de Israel contra los palestinos y las palestinas. A los bombardeos masivos, asesinatos selectivos, controles militares, bloqueos económicos, destrucciones de viviendas y expulsión de civiles ahora se conoce que el tiro al blanco es uno de los pasatiempos de los soldados israelíes.
Así lo confirmó días atrás Yaron Kaplan, un ex uniformado hebreo en declaraciones al diario Haaretz. “Después de dos años comprendí que no podía seguir con el ejército israelí porque tras cada entrenamiento siempre realizamos una especie de juego a través del cual disparamos contra los civiles palestinos como si se tratase de una práctica de tiro al blanco para acabar con la vida de ellos”, reveló el ex soldado. Kaplan, quien abandonó el Ejército y por eso fue calificado como “soldado fugitivo”, afirmó que al comenzar sus entrenamientos militares “me di cuenta de la dimensión de la violencia que aplican las fuerzas israelíes contra los civiles palestinos”.
Que los soldados israelíes hagan blanco en civiles palestinos no es algo nuevo. Se cuentan por decenas las denuncias sobre los ataques con fusiles a los pescadores de la Franja de Gaza, que tienen la posibilidad de adentrarse unos pocos kilómetros en el mar Mediterráneo para realizar sus labores. Como también se cuentan por cientos los ataques y asesinatos cometidos por los uniformados hebreos contra los campesinos palestinos que trabajan sus campos de oliva.
Los blancos parlamentarios
En la madrugada del 2 de abril la puerta de la casa de Khalida Jarrar estalló en pedazos. Un grupo de agentes de seguridad israelíes ingresaron con la furia que los caracterizan, desbarataron el lugar y se llevaron prisionera a Jarrar, actual diputada del Consejo Legislativo Palestino e integrante del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).
El peregrinar de la diputada luego de su detención fue frenético: en un principio fue llevada, para después ser trasladada a una base militar cerca de Jaba’ en Jerusalén Este. Cuando amanecía, fue nuevamente trasladada a Ofer, cerca de Ramala, donde fue interrogada durante más de cuatro horas, y por último a la cárcel de HaSharon.
Jarrar, que también se desempeña como dirigente feminista y es la ex directora de la Asociación de Derechos Humanos Addameer, fue condenada por un tribunal militar israelí a cuatro meses de “detención administrativa”, fórmula que permite a Israel encarcelar a los palestinos sin cargos concretos.
En la actualidad, 16 miembros electos del Parlamento palestinos se encuentran bajo arresto por el Estado israelí, de los cuales nueve tienen “detención administrativa”.
Los blancos infantiles
La última cifra conocida es escalofriante: 182 palestinos menores de edad se encuentran prisioneros en las cárceles de Israel. El dato, difundido por la organización no gubernamental Vigilancia de Tribunales Militares (VTM), es una nueva muestra de la violación por parte del Estado hebreo a todas las convenciones internacionales que protegen el derecho a la niñez. Del total de niños y niñas prisioneros, 25 tienen entre 14 y 15 años de edad, y 157 no sobrepasan los 17, subraya el informa de VTM. Como siempre, las acusaciones oscilan entre “lanzar piedras” a los uniformados israelíes o “colaborar” con organizaciones políticas que Tel Aviv califica como “terroristas”. El encarcelamiento de los menores de edad viene acompañado por la prohibición a ver a sus familiares o tener un abogado defensor.
A finales de 2014, el Club de Presos Palestinos (CPP), con sede en Ramalá, reveló que el 40 % de los niños y las niñas detenidas por Israel en Jerusalén fueron víctima de abuso sexual por parte de la policía hebrea. Según la ONG Defensa Internacional de los Niños, en la última década unos 7.500 menores de edad fueron en las cárceles israelíes. En marzo de 2013, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) confirmó algo que es un secreto a voces: las agresiones y malos tratos hacia los menores encarcelados por Israel son “generalizados, sistemáticos e institucionalizados”.
El plan israelí contra Palestina es meticuloso y no quedan dudas cuáles son los “blancos” predilectos para el poder represivo desatado por Tel Aviv hace sesenta años.