Por Emiliano Azubel. Antes de comenzar el partido ante All Boys, dos facciones de la barra de Lanús se enfrentaron a balazos en la puerta de la popular; murió un joven de 21 años y hubo 5 heridos. Las relaciones con la dirigencia Granate y la pasividad del COPROSEDE.
Daniel Sosa tenía 21 años. Era uno de los tantos pibes que frecuentan las barras de los clubes en el fútbol argentino. El sábado por la tarde fue, como todos los fines de semana, a ver a Lanús. Junto a varios integrantes de la facción de Chingolo se encontraba en la esquina de Guidi y Arias, cuando aparecieron los de Villa Sapito que no dudaron en resolver su disputa de poder a los tiros. Y se cobraron otra vida. Daniel Sosa recibió la peor parte y falleció en el Hospital Evita. La ONG “Salvemos al Fútbol” reseña en su web (www.salvemosalfutbol.org) que esta muerte fue la número 264 en el fútbol argentino.
La balacera ocurrió minutos antes del comienzo del partido con All Boys (1-0), en una de las puertas de acceso a la tribuna local. Una de las partes involucradas en la disputa, la de Chingolo, sería la misma que viajó, con ayuda de los dirigentes del Granate, a Brasil para el partido ante Vasco da Gama por los octavos de final de la Libertadores.
Los vínculos con los dirigentes esta vez fueron demasiados caros. Pero no solo existen relaciones estrechas con la dirigencia del fútbol, sino que los nexos con el COPROSEDE, organismo encargado de la seguridad en el fútbol en la provincia de Buenos Aires, cada vez son más evidentes y dos detalladas notas ilustran el tema. La de Gustavo Grabia en el diario Olé, titulada “Asesinos por naturaleza”, y la de Gustavo Veiga en Página12, en referencia específicamente al funcionamiento del organismo que está, supuestamente, cuidando a los hinchas, “La parábola de Cantero, el ministro y el comisario”.
Hasta el fallecimiento de Sosa, “Salvemos al Fútbol” tenía registrado un total de 7 muertos en lo que va del 2012. El primer muerto relacionado con el fútbol, fue el uruguayo Pedro Demby, de 26 años, quien murió el 2 de noviembre de 1924, durante el desarrollo del campeonato Sudamericano que se jugó en la Argentina.
Sosa murió después de haber recibido un balazo en el pecho, que lo dejó gravemente herido. Fue llevado al Hospital Evita de Lanús Oeste, donde finalmente perdió la vida. La violenta pelea desatada en las inmediaciones de la cancha, en la esquina de Arias y Guidi, cuando apenas faltaban 15 minutos para el arranque del partido, dejó un saldo provisorio de 9 detenidos (3 de ellos acusados del homicidio) y 5 heridos (2 de ellos continúan graves).
Como resultado del operativo se detuvo a nueve personas y se secuestraron tres armas de fuego: un revólver calibre 38, una pistola calibre 22 marca Bersa y una pistola 9 milímetros, también marca Bersa. Los detenidos son integrantes de la parcialidad de Lanús, en principio, la mayoría de la parte agresora son de Villa Sapito, y los atacados, habitantes de Monte Chingolo o Villa El Morro. Agentes de la Policía Científica y la UFI número 14 de Lomas de Zamora trabajan en el caso.
La respuesta de Nicolás Russo, presidente de Lanús, fue elocuente. “Estoy destruido. Uno viene a ver un partido de fútbol con familiares y amigos. Y nunca antes había pasado esto en Lanús”, reflejó el directivo, para luego pasar sumarse a la hipocresía reinante. “Los estamentos del fútbol y de la política tenemos que actuar para terminar con todo esto (violencia) de una buena vez”, exigió Russo. “No conozco qué pudo haber pasado. Sé que la Policía actuó rápidamente”, cerró.