El viernes 4 de noviembre al caer la noche en Colombia caía también el jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Alfonso Cano. Asesinar a la cabeza de la organización fue siempre para el gobierno colombiano una promesa convertida en obsesión.
Alfonso Cano, quien asumió el mando de las FARC en 2008, luego de la muerte natural de Manuel Marulanda, llevaba más de 30 años de lucha guerrillera. Sin duda su muerte es un duro golpe para las FARC ya que es la primera vez que cae en combate el principal de sus dirigentes (golpe que además se suma a otras importantes bajas sufridas en los últimos años). Se trataba de uno de los dirigentes guerrilleros que más fervientemente abogaban por el diálogo de paz.
La reiteración gubernamental acerca de la inminente caída de Cano y la impresinante fuerza militar desplegada ponen en evidencia que la guerrilla no está tan debilitada ni tan dispersa como quieren hacer creer desde el gobierno colombiano.
La operación Odiseo, comenzada hace un mes, se enmarcaba en el “Plan Burbuja”: golpear a los mandos guerrilleros para, por un lado, estimular las deserciones y, por otro, desestructurar la cadena de mando. Flavio Enrique Ulloa, segundo comandante de la Fuerza Aérea Colombiana, detalló que en el operativo se utilizaron bombas de precisión, cerca de 15 aeronaves y se movilizaron 900 militares. Vale la pena recordar que la CIA y el Mossad hace años que colaboran directamente con el ejército colombiano en su lucha contra la insurgencia.
Santos no escondió su satisfacción y, detrás de esa sonrisa que le valió el mote de “Chuky”, pronunció la frase “me emocioné mucho cuando me confirmaron la noticia, se me aguaron los ojos”.
Ante la noticia de la muerte de Cano desde todas partes surgieron los agoreros del fin de las FARC. “Cada vez que matan un jefe guerrillero la cúpula militar pregona el fin del fin. Ocurre lo contrario. Las FARC han demostrado la capacidad de asimilar esos golpes, remplazar al desaparecido y reanudar sus acciones”, señaló a Marcha Carlos Lozano, director del semanario La Voz.
“La paz en Colombia no nacerá de ninguna desmovilización guerrillera, sino de la abolición definitiva de las causas que dan nacimiento al alzamiento. Hay una política trazada y esa es la que se continuará”, afirmaron las FARC en un comunicado aparecido el pasado sábado tras confirmar la caída en combate de su máximo jefe. Una respuesta contundente ante el llamado de Santos, quien el mismo día había anunciado: “le digo a las FARC que es el momento de desmovilizarse, acá hay una mano generosa que los recibe” para luego afirmar que, caso contrario, les espera la cárcel o la tumba.
Al respecto. Carlos Lozano asegura que la muerte de Cano generará más desconfianza en la guerrilla ya que el gobierno envía mensajes de paz mientras arma operativos espectaculares contra su organización. “El doble discurso de Santos es hipócrita, engañoso y ello no es sugestivo para atraer a las FARC a un espacio de diálogo. Se aleja más la posibilidad de la salida política y pacífica del conflicto”, comentó el periodista.
Colombianos y colombianas por la Paz, organización a la cual pertenecen Lozano y la ex senadora Piedad Córdoba, leyó un comunicado en el que se precisaba que “el Gobierno Nacional está demostrando que al priorizar la confrontación armada sobre la salida política mediante el diálogo y la negociación, carece de una política verdadera de paz y que lo único que busca es mantener los privilegios y el lucro que obtiene mediante la guerra”. Asimismo recordaron que tanto las FARC como el ELN (Ejército de Liberación Nacional, otra fuerza guerrillera colombiana) vienen manifestando su deseo de entrar en el camino del diálogo de paz antes que Santos se manifestara a favor de esa vía, al asumir la presidencia en agosto de 2010.
Causas políticas en una guerra de clases
A pesar de perseguir los mismos objetivos, Santos ha intentado reposicionarse regionalmente como una figura más aceptable que su antecesor y aliado Álvaro Uribe Vélez. “Santos se apoya en la clase tradicional, ligada al capital financiero, a la burguesía industrial y a las transnacionales, mientras que Uribe se apoyó en las mafias, en el sector más descompuesto de la clase dominante colombiana”, nos recuerda Carlos Lozano.
En materia militar la política es la misma, la llamada seguridad democrática que construyeron juntos cuando Santos era el ministro de defensa del gobierno de Uribe. Al respecto Lozano opina que esa política fracasó “porque la guerra tiene unas causas políticas, económicas, sociales e históricas y mientras éstas permanezcan el conflicto es insuperable”.
“Las FARC son la consecuencia de la casi inexistente democracia en Colombia y de la negativa de la clase dominante a aceptar reformas en el país”, explica Lozano y agrega que la guerrilla colombiana es parte importante del conflicto y el factor dinámico indispensable para superarlo pero el gobierno no da pasos en avanzar hacia ese necesario camino de paz. “Toda fuerza opositora legal ha sido aniquilada o intimidada con el terrorismo de Estado que se apoya en fuerzas paramilitares y en la concepción de seguridad nacional de la fuerza pública”, acota.
El sitio web ANNCOL, creado por colombianos exiliados en Suecia, aclara ante la muerte de Cano que no fue el pueblo en armas quien ha escogido el método de la confrontación sino que la falta de democracia, las desigualdades sociales y el terrorismo de Estado impusieron “un régimen de terror que no ha dejado otra opción distinta que levantarse en armas”.
Colombia en su escenario
La escalada de violencia estatal seguirá su curso. Por un lado las Fuerzas Armadas, que venían desmoralizadas, se han envalentonado. En estos momentos los bombardeos indiscriminados siguen. James Guacheta, gobernador indígena del Cauca (región en la que fue muerto Cano) expresó la preocupación y temor de las comunidades por la persistencia de los combates y bombardeos en esa zona.
Asimismo es esperable una nueva ola de acusaciones, que presumiblemente salpicarán dentro y fuera de las fronteras colombianas, en base al material encontrado en el campamento guerrillero. Viviane Morales, Fiscal General de Colombia, ya confirmó que las 7 computadoras y 39 memorias USB ya se encuentran en la cadena de custodia de la Fiscalía para conocer y judicializar la información contenida en ellos.
Santos obtuvo su trofeo más preciado, pero deberá seguir lidiando con una guerrilla que lleva casi 50 años peleando en las montañas colombianas. En este sentido Carlos Lozano considera que se trató de un golpe fuerte “que demuestra que el marco del conflicto se modificó porque la ofensiva es del Estado, pero las causas del mismo no han cambiado, están ahí y afectan el sistema político y social”.
Esto lo demuestran los miles de estudiantes manifestando en las calles de las principales ciudades en contra de la reforma en la educación superior.
El camino hacia una pacificación vendrá no sólo de una indispensable disposición al diálogo sino de la construcción de un profundo cambio en las estructuras políticas colombianas que abra paso a una verdadera democracia. “Si la oligarquía abandona la política criminal y mezquina, es posible construir una paz estable y duradera sobre las bases de la democracia y la justicia social”, concluye Lozano.