Distintas oganizaciones y colectivos de mujeres y disidencias del territorio Plurinacional marcharon desde la ciudad de El Alto hacia La Paz para denunciar las violencias machistas y golpistas. La presidenta de facto, una de las más señaladas.
Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros desde La Paz
8 de marzo: ocasión para hacer campaña aun en un territorio donde hubo un Golpe de Estado. Así lo hizo Jeanine Añez, la autoproclamada presidenta del Estado Plurinacional de Bolivia y candidata, quien no perdió su oportunidad y durante un discurso de campaña afirmó que “es la mejor noticia para las mujeres y la peor para los femicidas”. Y lanzó el programa “Bolivia Mujer”, un préstamo millonario que funciona como pantalla para distorsionar un hecho: que las golpistas no tienen lugar en esta lucha por la liberación de todas.
En Bolivia también, la última palabra la tienen las mujeres organizadas. De sabidurías ancestrales, de trenzas y polleras, campesinas, indígenas, urbanas y obreras; hijas y nietas de las indias que no pudieron quemar. Por eso, el lunes 9, miles de ellas recorrieron desde El Alto hasta La Paz, respondiendo a una convocatoria de consigna principal: “Mujeres en lucha contra el capitalismo, patriarcado, racismo, el clero y el fascismo”. Fueron 15 km a más de 4 mil metros de altura en los que se recordó que “la pollera y la Wiphala se respetan”.
La marcha del 8M en Bolivia estuvo encabezada por la “Asociación de víctimas, fallecidos y heridos de la Masacre de Senkata, El Alto”. Es que hay un feminismo en Bolivia que surgió a la par de la organización de los movimientos sociales. Por eso se gritaba: “Senkata, Sacaba, han sido masacradas; no se negocia con la sangre derramada”. El silencio es la impunidad.
La marcha fue antigolpista, antirracista y plurinacional. Estuvo acompañada por la Delegación Feminista Plurinacional, un colectivo de activistas sin fronteras que por la mañana denunciaron en conferencia de prensa, las violencias y vulneraciones de derechos desde que los grupos fascistas y fundamentalistas dieron el Golpe de Estado en Bolivia, en noviembre pasado.
La marcha fue la expresión de un pueblo que lleva en la sangre un torrente de memorias recientes y ancestrales. No hubo momento para frenar y dar marcha atrás, el objetivo de miles era claro y unificado: “Ni Golpe de Estado, ni golpe a las mujeres”. Y cada vez que ese grito resonaba por las calles empinadas, las mujeres de pollera, desde su puestito o ventana, sonreían con complicidad y hasta agitaban un saludo. Porque la primera señalada es otra mujer, al frente de un sistema para el terror: “Añez golpista, tú eres la fascista”, se escuchaba. Sin embargo, las rebeldes saben que el tiempo está a su favor y que no existe dictadura, decreto, ni usurpación que las pueda disciplinar.