Por Nadia Fink y Laura Salomé Canteros / Foto: Lara Fleites Fink
Otra vez miles de mujeres salieron a las calles en todo el país. Tres jueces pretendieron dejar impune el femicidio de Lucía Pérez en Mar Del Plata. Sin embargo, un paro y una masiva movilización nacional piden revocación del fallo y juicio político a los jueces.
En Resistencia movilizaron por la mañana. El calor de la tarde y la siesta obligatoria impiden horarios vespertinos. En Rosario las puertas de los Tribunales Provinciales volvieron a poblarse. En Neuquén, la plaza San Martín fue testigo de esténciles y una marcha masiva. En la Ciudad de Buenos Aires, la marcha desde Tribunales hasta Plaza de Mayo sumó a organizaciones sociales, partidos políticos y cientos de autoconvocadas en columnas llenas de pañuelos verdes, carteles con la cara de Lucía y, en gran número, fotos de las caras de los responsables: los tres jueces por los que se pide juicio político y los tres femicidas por los que se pide cárcel y un juzgamiento acorde.
A sólo diez días del 25 de noviembre, día en que se refleja la lucha contra las violencias hacia las mujeres, se realizó el Tercer Paro Nacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans y todas salieron a las calles. Una bronca, un grito, un murmullo, miles de voces fueron sumando el rechazo cuando los jueces Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale, del TOC 1 de Mar del Plata, condenaron a los acusados de violentar sexualmente y asesinar a Lucía Pérez -Matías Farías (23), Pablo Offinadi (41)- por venta de drogas, a Alejandro Maciel lo absolvieron por “encubrimiento agravado”, y los dejaron libres de culpas por ese delito.
Por si eso no bastara, decidieron arremeter contra la víctima y señalar su conducta para desligar a los victimarios. Por eso se habla de pacto femicida y de poder judicial machista: “Lucía no estaría con nadie sin su consentimiento”, afirmaron los jueces, “de los chats analizados surge claramente que sus vivencias alejan por completo la posibilidad de que hubiera sido sometida sin su voluntad”, agregaron. “Tenía más de 20 faltas en el colegio por haberse quedado consumiendo estupefacientes, tenía relaciones con todos aquellos que le gustaban”.
Respecto de la diferencia de edad entre dos adultos que comercializan drogas con una menor de 16 años, los jueces pusieron el ojo y la palabra otra vez en la víctima: “Lucía tenía 16 años y Farías 23, por lo que sería muy forzado hablar de una situación de desigualdad o superioridad, sobre todo teniendo en cuenta la personalidad de Lucía quien no se mostraba como una chica de su edad y que además había referido mantener relaciones con hombres de hasta 29 años”.
El Paro, por todas las Lucías
El lunes por la tarde se realizó, en sede de la CTEP en la Ciudad de Buenos Aires, una de las tantas Asambleas Feministas en el país rumbo al Paro de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans. Su madre, Marta Montero, estuvo presente y la emoción se fue convirtiendo en organización para abrazar su lucha contra la impunidad.
“Les vengo a pedir que vayamos al Obelisco a tirarnos todas con la foto de Lucía en el pecho, símbolo de que ella somos todas”, propuso, iniciando la Asamblea y llevando a Buenos Aires los acuerdos de las organizaciones feministas de Mar del Plata que decidieron movilizar esta misma semana. “Lucía era una adolescente con los mimos sueños y ganas de vivir que tiene ustedes”, agregó, y se inició el pacto feminista para contrarrestar las consecuencias de los pactos de los machos que nos usan, nos violan, nos matan y no encuentran responsables por eso. “A Lucía la mataron el 8 de octubre de 2016 y con la sentencia del 26 de noviembre de 2018 la volvieron a matar”, y ante eso “lo que tenemos que hacer como mujeres es luchar, con la palabra, hacer que nos escuchen porque no podemos perder más chicas”.
Marta Montero se refirió a los delitos sobre los cuerpos de las mujeres y niñas que se asocian al narcotráfico, afirmando que para quienes están al frente de este sistema somos “descartables” y que la impunidad de la resolución judicial deja entrever que detrás de los acusados hay “alguien más que los respalda”; “esta gente tiene fábricas de muerte, nos cosifican como lo hicieron con Lucía”. “Captan a las chicas más jóvenes”, dijo Marta, “¿A esos narcos cuida la justicia?, no queremos más esto, queremos chicas libres, ¿por fumar un cigarrillo me tienen que matar?”, y agregó que, para los jueces, “Lucía tuvo la culpa de su propia muerte”. Por eso, “hasta que no haya una condena como corresponda y esas personas paguen por lo que hicieron, no voy a parar”.
“Cuántas Lucías hay que no se sabe nada”, interpeló Marta en la Asamblea. Sin embargo, una de las integrantes del Observatorio de Femicidios que lleva adelante MuMaLá, hizo uso de la memoria feminista para recordarnos los nombres de las últimas diez asesinadas en manos de personas cercanas: Jesica Hoffman, descuartizada en la provincia de Buenos Aires; Cecilia Crujowsky, apuñalada en Misiones; Lilia Pérez, apuñalada en Tucumán; Antonela Guzmán, muerta a golpes en Mar del Plata; Ciro, víctima de femicidio vinculado en Buenos Aires; Leila Civara, asesinada con arma de fuego en provincia de Buenos Aires; Delia Aguado, golpeada y asfixiada en Neuquén; Nelly Elizondo, apuñalada en San Juan; Yanina Miranda, quemada en Buenos Aires; Micaela Van, asfixiada en Salta; Jesica Oviedo, asesinada por arma de fuego en La Rioja; Olga Jofré, asesinada por arma de fuego en Mendoza; Marina Monje, apuñalada en Entre Ríos.
Memoria activa feminista
Y entonces las calles fueron una marea, otra vez. Así como el primer paro se había realizado el 8 de octubre de 2016 cuando se conoció el terrible femicidio de Lucía; esta vez se salió para avisar que la memoria es una condición de quienes no olvidan a sus pibas ni a quienes cometen las violencias contra ellas. Por eso, además de los miles de carteles con la cara de Lucía que había pedido su madre, muchas otras portaban las fotos, las caras, los nombres de jueces y femicidas.
De eso se trata, en definitiva: de desenmarañar los pactos machistas que portan instituciones y poderes para dar paso a que se escuche la voz de quienes suman, pasito a pasito, voluntades para que el patriarcado se derrumbe. Esta vez los cantos se oían más tenues, pero el paso seguía siendo firme.
Los pañuelos verdes, los naranjas, los violetas flameaban en mochilas, se anudaban en muñecas y colgaban de los cuellos, pero el glitter dio paso a los carteles y pintadas: “O sos Nahir o sos Lucía”, se leyó sobre la avenida 9 de Julio, en clara alusión al trato diferenciado que le dio el poder judicial a dos mujeres víctimas de la violencia machista. ¿La similitud?: ambas señaladas y vueltas a victimizar. “Lo digo yo porque Lucía no puede”; “Lucía, por vos juramos vencer…”. En casi todas las consignas la mirada era la misma: digamos nosotras que podemos, sostengamos una memoria feminista y a prueba de aprietes ante un poder judicial machista que sella pactos femicidas. Fuimos muchas. Lo somos. Y no callamos más. En todo caso, gritamos, paramos, marchamos y pedimos una justicia adecuada a este feminismo que no tiene vuelta atrás.