Por Gabriel Casas
La nota podría haberse titulado: “Crónica de un despido anunciado”, pero no. Desde Bilardo a Bauza las presiones y negociados de la AFA son los protagonistas de estos años de historia. Una mirada sobre la salida del último Director Técnico y el futuro incierto de nuestra Selección.
¿El huevo o la gallina? Repasemos. Cuando el Tata Martino dio el portazo, después de la tercera final consecutiva que perdía este plantel -que los está lacerando por dentro, y también desde afuera con los hinchas de la Selección-, fue, sin embargo, porque no podía disponer de los jugadores para armar el equipo para los Juegos Olímpicos de Río 2016. Hasta Messi, el que nunca había renunciado a la Selección para venir o ir a jugar cualquier partido en todo el planeta, se había bajado del barco porque los que lo estaban hundiendo eran las ratas. O sea, los dirigentes de la AFA.
Había pasado ya la vergüenza del 38 a 38. Se había ido Luis Segura (a seguir facturando en la Conmebol) y estaba una Comisión Normalizadora, puesta miti y miti entre el Gobierno de Mauricio Macri y la FIFA. “Primero fueron por Simeone, y como no le importó, después fueron por Bielsa. Como tampoco le importó, fueron por Sampaoli, y su contrato con el Sevilla se los impedía. Entonces, cuando ya era tarde, se quedaron con Bauza”. Esto debería leerse (salvando las enormes distancias), como esa propaganda televisiva de que fueron uno a uno por tales, nunca nos importó y ahora ya es tarde, porque están golpeando mi puerta.
Bauza estaba dirigiendo al Sao Paulo y no tenía cláusula de rescisión programada, como hacen muchos, ante un eventual llamado de la Selección. O sea, no se lo imaginaba ni en forma remota. Y los brasileños no le hicieron problemas para que cumpliera el sueño de cualquier entrenador. El problema es todo lo que vino a la par de Bauza. El Patón, un hombre muy querido y respetado como buena persona en todos los clubes por los que pasó, llegó por un lobby desde la clandestinidad de Fernando Niembro. El periodista, ex comentarista de fútbol para la televisión, no se había refugiado precisamente por ser un revolucionario. Sino porque al ser amigo y socio de Macri y por figurar como dueño de una empresa que hacía trabajos nunca comprobados y por los que les facturaba una cifra millonaria tremenda al gobierno de CABA (o sea, le pagaban con el dinero de los contribuyentes), debió renunciar a ser la cara de los candidatos a diputados del PRO para las elecciones del 2015. Era plata sucia para la campaña política de Macri a la presidencia.
Como esto venía mal, Bauza tuvo que darle la primera entrevista mano a mano para sacarle las pelusas y ponerlo de nuevo en la pantalla de la tevé a Niembro. Y ahí, empezaron todos sus desaciertos en el manejo de un puesto que, dio la impresión, lo desbordó. Anunció, como su primera medida, que iba a viajar a Barcelona para hablar con Messi y tratar de convencerlo de que reviera su postura de la renuncia. En 1983, lo primero que hizo Bilardo fue ir a hablar con Maradona. Una vez logrado el sí de La Pulga, empezaron los partidos de eliminatorias. Nunca se supo a ciencia cierta cuál fue la idea de Bauza para este equipo. Cambiaba de partido a partido. Cambiaba su ambición ofensiva cuando era local, al amarretismo de visitante. Cambiaba si jugaba Messi o no. Lo mejor que se le puede rescatar a Martino, su antecesor, es que siempre hubo una idea clara de juego. Igual que Bilardo con Maradona hasta antes del Mundial 86.
Bauza se inmoló con estos jugadores. Mucha gente le pedía o exigía el recambio generacional (periodistas deportivos a la cabeza), pero es porque no se tomaron tiempo en analizar su carrera como entrenador. Nunca lo hizo. De San Lorenzo, prefirió irse antes de tener que descabezar a ciertos jugadores del plantel campeón de la Copa Libertadores. Y empezó el show de sus declaraciones ridículas. Más para proteger al grupo y los jugadores que por creerlo en verdad. Para que la prensa llenara espacios en televisión, radio y diarios con eso y para que las críticas del público se centraran más en él que en los futbolistas. Si Messi y cía lo entendieron, no se notó demasiado el respaldo. Ni adentro de la cancha y menos afuera. Lo que sí pienso es, que al igual que Bilardo en México, Bauza creía que una vez clasificados (nunca dudó de eso), con tener al plantel ese tiempito antes en Rusia le iba a servir para ir por la tercera corona. El doctor Bidón, cuando arribó al Distrito Federal en el 86, declaró: “Somos los primeros en llegar y seremos los últimos en irnos”. Ese equipo llegaba tan cuestionado, como lo es el de ahora. Incluido Maradona, para los que tienen mala memoria.
El Patón se equivocó y mucho. Sin embargo, no se merecía este destrato por su hombría de bien. La nueva AFA de Chiqui Tapia (bah, de Angelici y Moyano) y de Tinelli, lamentablemente es la misma mierda que la de antes, pero con diferente olor. Transaron con el gobierno nacional para dar una falsa imagen de unidad de que lo hacen por el bien del fútbol argentino. Y son empresarios, que ven al fútbol principalmente como un negocio para sus aspiraciones políticas. Como lo hizo Macri en su momento. Cuando D’Onofrio dijo que en la AFA había que poner una bomba y después empezar de cero, tenía razón. Con la única diferencia de que él también es parte del mismo problema. Es otro empresario “exitoso” alrededor de la pasión de la pelota. Y se conformó, junto a Tinelli, con la Superliga, cuando se dieron cuenta de que eran parte del menú del trío caníbal Angelici-Moyano-Tapia (ése es el orden de importancia) por el sillón de la sede de la calle Viamonte.
Y la primera medida de este triunvirato, como la clasificación a Rusia está todavía en veremos, fue cargarse a Bauza. Todavía se le está pagando a Martino y se le pagará una fortuna al Patón. Y ya están cocinando por lo bajo el caldo con Sampaoli. El entrenador que le gusta a Messi. Y al que imagino que le dirán, como única condición, que le haga entender a Lio que es necesaria la depuración de un plantel que no puede soportar el peso de la mochila de las fatídicas tres finales. Entender que la gloria máxima de sus carreras se les escapó como cuando se agarra arena con las manos. Y que muchos no tendrán más revancha. Y que, claro, nacieron en la Argentina. En un país donde el resultadismo al extremo y el exitismo le gana por goleada el partido a la razonabilidad y a la memoria en el fútbol. Y también en muchos otros ámbitos.