Por Juliana Díaz Lozano y Paulino Alvarado Pizaña desde Chiapas, México / Foto Claudia López Pardo
El EZLN y el Congreso Nacional Indígena lanzaron una propuesta con el objetivo de subvertir el país que incluye la irrupción en el terreno electoral “para desmontar desde abajo el poder que arriba nos imponen”. Harán una consulta en las comunidades para la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno, cuya palabra sea materializada por una mujer indígena que se presente como candidata presidencial en 2018; candidatura que “no aspira al poder, sino a dar a conocer la realidad de los pueblos, a visibilizar a los y las indígenas de México, generando una fuerza nacional indígena y popular que permita frenar y combatir el avance capitalista sobre los territorios”. Relato del Quinto Congreso Nacional Indígena que marcó un inesperado giro en la propuesta de zapatismo desde su irrupción en 1994.
Hace 524 años comenzaba la resistencia de los pueblos originarios ante la invasión de la espada y la cruz europea. Es 12 de octubre de 2016 y en el Caracol de Oventik, estado de Chiapas, México, una parte significativa de las organizaciones y comunidades indígenas del país conmemoran dos décadas del surgimiento del Congreso Nacional Indígena (CNI). Este nucleamiento, impulsado por múltiples pueblos originarios -entre ellos los organizados en el EZLN-, reúne a decenas de comunidades de las regiones norte, centro y sur del país que se nombran como sobrevivientes de la larga noche de la conquista. Como pueblos, tribus, barrios y naciones que resisten construyendo autonomía.
En un contexto nacional definido por los asistentes al encuentro como una ofensiva contra los pueblos que no cesará “hasta haber acabado con el último rastro de lo que somos como pueblos del campo y la ciudad”, es que en este Quinto Congreso, realizado entre el 10 y el 14 de octubre en la periferia de San Cristóbal de las Casas, se presentó una propuesta del zapatismo que implica un inesperado giro en la política que viene desempeñado desde el levantamiento del 1º de enero de 1994. El comunicado conjunto del CNI y el EZLN, emanado de este congreso, especifica la propuesta: “Consultaremos en cada una de nuestras geografías, territorios y rumbos el acuerdo de este Quinto CNI para nombrar un concejo indígena de gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda a nombre del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el proceso electoral del año 2018 para la presidencia de este país”.
El 20° aniversario del CNI en esta fecha no azarosa entrelazó los análisis sobre despojo, represión y resistencia, con un masivo festejo que también tuvo las características de una demostración de fuerza y de construcción por parte del movimiento zapatista y sus fuerzas insurgentes.
Como anfitriones del Congreso, las y los zapatistas recibieron a los/as participantes en Oventik, el caracol ubicado en las periferias montañosas de la localidad chiapaneca, con una puesta en escena plena de mística y fortaleza. Una doble fila de mujeres y varones zapatistas de cientos de metros formaba un pasador para el ingreso de las y los delegados, activistas de organizaciones no indígenas adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y periodistas de medios alternativos. En total, más de mil personas.
Luego de cantar el himno de México y el del ejército zapatista, se presentaron actuaciones, poesías y canciones colectivas que expresaban los principios político-organizativos zapatistas, y también manifestaban los logros y problemáticas de la construcción cotidiana. El EZLN volcó completamente su disposición y simbología a la organización del encuentro y a la recepción de las delegaciones del CNI, con quienes buscó impulsar fuertes definiciones políticas para los próximos años.
Una iniciativa para que retiemble el mundo político
Sin duda, la nota distintiva y sorpresiva del Congreso fue la propuesta, planteada por la Comandancia del EZLN, en torno a la formación de un consejo indígena de gobierno conformado por un hombre y una mujer de cada pueblo que integra el CNI, del que emane una candidatura indígena a las presidenciales de 2018. No es la primera vez que el zapatismo impulsa una iniciativa de intervención pública sorpresiva luego de un período largo de silencio y aparente ensimismamiento en su construcción cotidiana. Lo hizo ya en 1996, 1998, 2001, 2006, 2012 con diversas convocatorias a la sociedad civil… y con el mismo alzamiento de 1994.
Sin embargo, en esta oportunidad nadie esperaba que la propuesta anunciada al inicio del Congreso tendría que ver con lo electoral. Desde el levantamiento de 1994 y la apuesta a la construcción autónoma y territorial para “un mundo donde quepan todos los mundos”, la organización se había mantenido al margen de cualquier disputa vinculada a lo electoral proponiendo, en cambio, otras lógicas políticas de sustracción al control y la soberanía estatal, desde la cual fisurar la dominación a partir de abrir caminos para la auto-organización social; elementos que, no obstante, se mantienen en esta nueva iniciativa.
Por eso la propuesta resultó una novedad política inusitada. Sin embargo, luego de dos días de debates, la totalidad de las delegaciones presentes decidieron llevarla a consulta en las comunidades. Al respecto, el comunicado del EZLN dice: “Este Quinto Congreso Nacional Indígena determinó iniciar una consulta en cada uno de nuestros pueblos para desmontar desde abajo el poder que arriba nos imponen y que nos ofrece un panorama de muerte, violencia, despojo y destrucción”.
En el discurrir del debate del evento se concluyó que esta candidatura no aspira al poder, sino a dar a conocer la realidad de los pueblos, a visibilizar a los y las indígenas de México, generando una fuerza nacional indígena y popular que permita frenar y combatir el avance capitalista sobre los territorios. A pesar del consenso general con la iniciativa, asentado en la gravitación del EZLN en el CNI pero también en lazos de confianza previos, en distintas intervenciones se apuntó a la necesidad de profundizar la fundamentación de cara a la consulta, analizando los retos y dificultades de esta medida para la construcción de otras formas de poder desde abajo y autonomía.
El comunicado explica al respecto: “Ratificamos que nuestra lucha no es por el poder, no lo buscamos; sino que llamaremos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras resistencias y rebeldías, es decir en la defensa de la vida de cada persona, cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la justicia rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos”.
En el plenario de cierre, el ya mítico Subcomandante Galeano, antes Marcos, fue mandatado por la comandancia zapatista para aclarar la propuesta a solicitud de la asamblea. Por ello habló para enfatizar que la iniciativa no tenía como objetivo principal ganar las elecciones -aunque “mejor si ganamos”-, sino formar una fuerza que despierte y subvierta al país al tiempo que muestre el México que está sufriendo y luchando, a partir de una campaña que sirva para fortalecer las construcciones de base y la articulación política a nivel federal.
Seguramente crecerán los debates desde diversos sectores políticos y académicos en relación a esta iniciativa que busca sacudir la escena pública y aún moviliza sus propias estructuras y modos de hacer. Lo que es indudable es que con esta iniciativa entran en relación dos lógicas políticas diferentes y concebidas en gran medida adversas, como son la de la construcción de poder autónomo frente al Estado y las lógicas de disputa electoral para ocupar puestos de representación política estatal.
Saqueo y resistencia
Además, de la propuesta política electoral, los debates a lo largo del CNI estuvieron organizados en base a los ejes de despojo y represión, resistencias, balance del Congreso y propuestas. Cientos de representantes tomaron la palabra exponiendo las problemáticas de cada comunidad, lo que permitió configurar un mapa del avance de las múltiples formas del despojo en el territorio mexicano. Para el CNI, la megaminería, el fracking, la deforestación, los feminicidios, el turismo “cultural” y “ecológico”, las represas hidroeléctricas, la ionización de las nubes, los campos eólicos y los cultivos transgénicos son diversos modos de un mismo proceso de despojo de la vida.
Las mega-obras que estos proyectos implican así como los procesos de desintegración o mercantilización cultural que acarrean, fueron mencionados por diversos pueblos como un ataque a la identidad y la existencia misma de las comunidades. Se denunciaron, en este sentido, las acciones de la UNESCO en contubernio con todos los niveles del gobierno, en la creación de enclaves de turismo “étnico”, “comunitario” o “ecológico” que bajo la denominación de “Pueblos Mágicos”, constituyen modos de extracción de ganancia a partir de la privatización de la tierra y la explotación de los saberes ancestrales, los ritos, lenguas y costumbres; en un proceso que lleva a un paulatino desarraigo y desaparición de las propias comunidades. En este escenario se denunció el papel de los profesionales y ONGs que se ponen al servicio de todas estas modalidades de extractivismo.
El encarcelamiento, los asesinatos y desplazamientos fueron mencionados como elementos inseparables de la lucha contra el avance del Estado y el capital sobre los pueblos y la naturaleza. En los territorios, la convivencia de fuerzas represivas estatales, la bandas del narco y paramilitares genera un estado de violencia y muerte que se refuerza sobre los cuerpos de las mujeres indígenas. “No estamos hablando de algo que va a pasar, nos están matando ahora”, comentó un delegado de Guerrero, haciendo referencia a los 43 normalistas desaparecidos pero también a la persecución sobre todos los sectores en lucha.
Frente a este panorama de devastación, la organización de modos de autogobierno y autogestión económica, medios de comunicación propios e incluso la creación de formas de guardias comunitarias fueron señalados como estrategias de resistencia por parte de los diferentes pueblos. La descripción de modalidades de acción directa en forma de bloqueos, plantones, tomas en contra de las empresas y el estado delinearon una escena de disputa política y material cotidiana por la supervivencia. Además, se expusieron los procesos conscientes de educación por fuera del sistema estatal, la recuperación de las lenguas tradicionales, y la medicina y cosmologías que han resistido creativamente desde la conquista hasta el día de hoy.
Luego de una intensa semana de compartir realidades diversas pero entrelazadas, el Quinto Congreso concluyó en su documento de cierre: “Es el tiempo de la dignidad rebelde, de construir una nueva nación por y para todas y todos, de fortalecer el poder de abajo y a la izquierda anticapitalista, de que paguen los culpables por el dolor de los pueblos de este México multicolor”.