Por Gerardo Leclercq @GeraLeclercq
Un recorrido histórico por más de medio siglo de guerra en Colombia. Las causas y el contexto de los inicios, los intentos anteriores de una salida negociada y los desafíos que se abren tras la firma de la paz entre el gobierno y las Farc.
Es el conflicto interno más antiguo del hemisferio occidental y, en sus más de 50 años, no hay ningún colombiano ni colombiana cuya vida no haya afectado. Las cifras lo dicen todo: más de 260 mil muertos, decenas de miles de desaparecidos, casi siete millones de desplazados, violaciones, secuestros e incontables tragedias personales.
Durante el siglo XIX y hasta los primeros años del XX hubo unos niveles muy intensos de violencia que marcaron el futuro de Colombia, con decenas de miles de muertos. Era un enfrentamiento entre liberales y conservadores, una relación de fuerzas que alimentaría todos los conflictos del país a partir de entonces. La más profunda expresión del enfrentamiento conservador-liberal se desató a partir de 1948, con el asesinato del popular candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán.
En todo el país comenzaron salvajes choques, en un primer momento con epicentro en Bogotá, aunque luego se fue convirtiendo en un conflicto principalmente rural. Este período, que se extendió hasta fines de la década de 1950, recibió el sencillo y explícito nombre de “La Violencia”.
¿Cómo comenzó el conflicto con las FARC?
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) no comenzaron como tales. Sus orígenes son los de un grupo de autodefensa integrado por campesinos desplazados durante el período de “La Violencia”.
Hacia 1964, se habían concentrado en una zona de la cordillera, en el centro del país. El lugar se llama Marquetalia, en el departamento del Tolima. Era una de las más de 100 bandas armadas que rechazaron la posibilidad de desmovilizarse tras ese conflicto y que tenían un razonable poder militar y político. A la cabeza de este grupo estaba Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, un combatiente formado en las guerrillas liberales de inicios de los ´50, quien se convertiría en el primer jefe de las FARC.
A mediados de 1964, las fuerzas del gobierno atacaron Marquetalia con centenares de hombres, forzando la huida de los campesinos armados. Tras ser derrotados y dispersarse, Marulanda, junto a Jacobo Arenas (otro de los líderes originales del grupo), fundan primero una guerrilla de nombre Bloque Sur, que en 1966 finalmente adopta el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Ese es generalmente considerado el origen de la guerrilla de Colombia, con la que las fuerzas del Estado han venido combatiendo desde entonces.
Pero las FARC no fueron sólo un producto de la historia colombiana, sino también de lo que ocurría en el mundo: surgen en el marco de las luchas de liberación latinoamericanas, alimentadas por la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Son una guerrilla comunista, de inspiración marxista-leninista.
Y no son la única organización guerrillera de corte comunista que nace a partir de esa época en el país. Casi en simultáneo se constituye el Ejército de Liberación Nacional (ELN), inspirado en la Revolución Cubana, que hoy espera a que el gobierno se decida a iniciar la fase pública de la negociación de paz. Más tarde surgen el Ejército Popular de Liberación (EPL, maoísta), el M-19 (más urbano) y otras guerrillas, que ya se han desmovilizado.
Recién a principios de la década de 1980, las FARC deciden que tendrán como objetivo explícito la toma del poder, cuando pasan a llamarse FARC-EP (por Ejército del Pueblo). A finales de esa década, el surgimiento de grupos paramilitares de derecha alentados por sectores de las Fuerzas Armadas y algunos terratenientes, empresarios y políticos, así como narcotraficantes, profundizaron la violencia del enfrentamiento armado.
Por esta misma época también comienza a tener más influencia el narcotráfico en el conflicto armado colombiano. Hacia el año 2000, Estados Unidos comienza a proveer asistencia técnica y económica a la lucha contrainsurgente, en el marco del Plan Colombia, inyectando en 15 años unos 10 mil millones de dólares en el país. Eso permitió la modernización de las fuerzas militares y la Policía, que hoy suman cerca de medio millón de efectivos. También hacia el año 2000, las FARC alcanzan su mayor capacidad militar.
Intentos anteriores de alcanzar la paz
En 1984, hubo un primer intento en el que las FARC se sumaron a un partido político, la Unión Patriótica, cuyos miembros fueron blanco de escuadrones de extrema derecha y unos cuatro militantes de la UP fueron asesinados.
Desde entonces, esta guerrilla ha tenido una profunda desconfianza en dejar las armas. Hubo un nuevo intento en 1991-92 y otro en 1998-2002 que por diversos motivos fracasaron. Durante los gobiernos del presidente Álvaro Uribe (2002-2010), se lanzó una profunda ofensiva contra las FARC, que incluyó bombardeos a campamentos rebeldes, y se extendió durante el gobierno de su sucesor y actual presidente, Juan Manuel Santos. En los ataques del gobierno se diezmaron las fuerzas guerrilleras y mataron a varios de sus máximos líderes.
Los acuerdos de La Habana con las FARC son un elemento esencial para alcanzar una paz estable y duradera en Colombia, pero no son suficientes. Por un lado, distintos grupos guerrilleros siguen activos y, aunque hubo avances hacia un proceso de paz, todavía no ha comenzado.
Y por otro, los grupos paramilitares que surgieron para combatir a las FARC y que se desmovilizaron oficialmente a mediados de la década pasada, no entregaron las armas por completo. Estos grupos se dedican a la extorsión, al narcotráfico, al tráfico de personas ya la minería ilegal, entre otras actividades, y representan una seria amenaza para la paz.
Pero no todos están conformes con el proceso llevado adelante, distintos grupos expresaron su total repudio al acuerdo. El ex presidente Álvaro Uribe es, junto al también ex presidente Andrés Pastrana, uno de los principales promotores del “No” en el plebiscito del próximo domingo que buscará refrendar los acuerdo de paz tras casi cuatro años de negociaciones en La Habana.
La firma de la paz entre el gobierno y las Farc, que le pone fin a 52 años de conflicto armado, sin lugar a dudas es un motivo de celebración y representa un gran triunfo para la diplomacia latinoamericana.