Por Mauricio Polchi – @MauriElbueno / Fotos por Gustavo Pantano
El hecho ocurrió en el año 2006, cuando un incendio provocó la muerte de cinco chicos y una mujer embarazada. Todas las víctimas, de nacionalidad boliviana, vivían en el taller textil. Este lunes comenzó el juicio, donde los imputados son dos talleristas. Los dueños de la marca para la cual producían, Damián Fischberg y Javier Geiler, ni si quieran fueron imputados y gozan de absoluta libertad.
Un grupo de mujeres se reúne en Plaza Lavalle, sobre la calle Talcahuano, a pocos metros del Teatro Colón. Portan varios carteles, con varias imágenes y distintas consignas. “10 años sin justicia” y “No Olvidamos”, advierten alguna de las pancartas que sostienen las matronas. Enfrente de ellas se encuentra el imponente Palacio de Tribunales, donde este lunes 18 de abril comenzó el llamado “Juicio Luis Viale”.
Por el fatal hecho del 30 de marzo de 2006, cuando se incendió un taller textil clandestino en el barrio porteño de Caballito, ubicado en la calle Viale 1271, murieron seis personas de nacionalidad boliviana. Cinco, eran menores. La otra víctima, era una piba de 25 años que estaba embarazada. Todos quedaron atrapados entre las llamas, que comenzaron por una sobrecarga de la defectuosa instalación eléctrica.
El caso visibilizó un modo de producción inhumano, y además evidenció la problemática de los “talleres clandestinos”. A pesar de todo eso, los culpables siguen libres y las marcas siguen trabajando bajo las mismas condiciones.
Al inicio del juicio, los únicos imputados son los encargados del taller Luis Sillerico Condorí y Juan Manuel Correa. Según la acusación del fiscal Fabián Céliz, “omitiendo el deber de cuidado, no evitaron el siniestro y por ello fueron acusados por incendio culposo seguido de muerte”, un delito que contempla penas de hasta cinco años de cárcel. Según el expediente, Condori (boliviano) y Correa (argentino) contrataban a los costureros y pagaban. Además, el escrito señala que “las personas que trabajan en el lugar cumpliendo tareas desde las 8 hasta las 20 y que también vivían en el lugar y percibían entre 0,70 y 1,20 pesos por cada pantalón que confeccionaban”.
En tanto, los empresarios Jaime Geiler y Daniel Fischberg, propietarios del inmueble, proveedores de las materias primas y dueños de las marcas que compraban toda la producción del taller, ni siquiera fueron citados a declarar durante la instrucción de la causa y gozan de absoluta libertad. Los inspectores y funcionarios del gobierno porteño, corrieron con la misma suerte.
La causa, que está en manos del Tribunal Oral Criminal Nº 5 de CABA, conformada por los jueces Adrián Pérez Lance, Rafael Oliden y Fátima Ruiz López, está caratulada como “Incendio o estrago agravado seguido de muerte”. Los magistrados ya se manifestaron a favor de declararlo culposo, con lo cual la causa prescribiría tras diez años de numerosas dilaciones injustificadas en la Justicia.
En el incendio fallecieron Harry Douglas Rodríguez Gómez, de 4 años; Juana Vilca Quispe de 25 años, quien estaba embarazada; Elías Carbajal Quispe, de 10; Rodrigo Quispe Carbajal, de 4; Wilfredo Quispe Mendoza, de 15, y Luis Quispe, de 4.
Marcha entrevistó a Lenis Quispe, quien acompaña a familiares y sobrevivientes e integra el Colectivo Situaciones
¿Qué fue lo ocurrió en el taller de la calle Luis Viale?
Un cortocircuito provocó un incendio en la parte alta. Entonces se incendió todo por el material inflamable que había ahí y por la manera en que estaban instaladas las pequeñas piecitas donde dormían la mayoría de los costureros que trabajaban ahí.
¿Vivian y también dormían en ese lugar?
Exactamente. Estamos hablando de alrededor de 60 personas, en un espacio que estaba habilitado para un taller de cinco maquinas.
¿Y ahí estaban los chicos?
Si, eran más de 20. Y por eso terminan muriendo los menores, todas criaturas y un chico de 15 años que también trabajaba. Los otros chiquitos eran hijos de los que estaban todo el día ahí.
¿Vos trabajaste en un taller clandestino?
Sí, yo vine desde Bolivia a los 9 años, para tener un acercamiento con mi madre, que ya había migrado un tiempo antes. Cuando llegue me encontré que ella realizab tareas en un taller, en el que yo tenía que estar.
¿Sos una sobreviviente de ese sistema de esclavitud?
Sí. Si bien estudiaba, yo de vez en cuando tenía que ordenar, a emprolijar las prendas. Hasta que un día ya era costurera, cocinera, encargada. Hasta que un día te das cuenta que no podes laburar 12 o 14 horas, sábados, domingos, feriados y nunca tenés dinero para nada.