Por Mariela Velárdez / Foto: Constanza Portnoy
A horas del Día Internacional de lucha contra las violencias hacia las mujeres, en Argentina seguimos siendo violentadas con políticas públicas que nos excluyen e intentan silenciar. Por eso leamos las voces de quienes cada día se organizan para la vida digna de su comunidad.
El hambre, la exclusión, la falta de anticonceptivos, la falta de atención en casos de abortos legales, la falta de educación, la falta de educación sexual en las escuelas, la falta de protección ante situaciones de violencia, los femicidios y muchas más abundan en los barrios más humildes, donde no cesa la falta de todo todos los días, sin tregua.
El presupuesto que el gobierno propone para el 2019 implica una baja importante para la lucha contra la violencia machista. Nada más que el 0.13% del total estarán destinados a financiar programas vinculados a derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Todo esto entre muchas otras cosas. Pero la organización popular florece desde el pie: en los barrios se escucha el murmullo de las mujeres organizadas que levantan merenderos y comedores como forma de enfrentar el hambre: colectivamente, con lo que hay. Pero comida caliente y leche no falta, aunque sea una sola vez al dia. Esos murmullos florecen en los pasillos, en las esquinas y se convierten en política activa, en hacer.
Flavia Romero estuvo de festejo por una gran victoria en las elecciones de la Junta Vecinal de la Villa 21 de Barracas. Pertenece al Frente Popular Darío Santillán y la lista Azul, Roja y Negra que conformó, junto a 10 listas mas, el lema de unidad del barrio logró una victoria contundente frente al lema macrista. Ella construye todos los días, desde hace años. Y nos contó: “Estos últimos años tuvimos que abrir más comedores y merenderos, porque mucha gente se quedo sin comer. Hubo muchos despidos, muchas mujeres con pibes que se quedaron sin trabajo y los que tienen algo de trabajo igual no alcanza para pagar la olla hasta fin de mes. Yo estoy organizada, se que esta situación no se resuelve en soledad, hay que salir a luchar por lo que creemos y merecemos. Acá estamos acostumbradas a eso, a luchar. Por todo, por un plato de comida, por una vivienda digna. Por nuestros derechos… nadie nos regala nada, todo lo conseguimos luchando”.
El aumento en el gas, la luz, la comida y el transporte hacen que todo se vuelva a cuestas. Sandra es soltera y vive con sus dos hijos en Soldati. “El sueldo que gano no alcanza, tengo dos trabajos pero igual no alcanza. Trabajo en una cooperativa de recolección pero también trabajo en una casa, en negro. Pago un alquiler que sube también. Hay cosas que ya no consumimos, los lácteos, la carne. Ni hablar de ir a pasear un fin de semana a cualquier lado. El ajuste nos afecta en todo, absolutamente todo. Pero más ajuste hay, más sabemos que tenemos que resistir, más tenemos que estar juntos. No solo en nuestras casas, sino en el barrio, con otras mujeres. Todo es muy difícil sino”.
Neiza tiene 31 años. Vive en La Boca con sus tres hijos. “Trabajo en una cooperativa de estampado textil y soy la única que se hace cargo de los gastos en la casa y en la escuela de los chicos. Desde que asumió Macri me está costando mucho poder sobrevivir. Ya es muy difícil poder comprar un yogur, una leche o carne o pan, está todo inalcanzable. Ni hablar de la ropa o zapatos. El gas se hace difícil, porque la garrafa esta cara también aunque el gobierno dice que está 150, en los barrios te la cobran 350 pesos”. Sobre la resistencia popular, opina: “nosotras nos organizamos porque queremos trabajo digno. Nos organizamos porque sabemos que solo así lograremos trabajar con trato justo. Producimos, nos formamos y crecemos como trabajadoras. Militamos nuestro trabajo, lo generamos, lo llevamos a cabo y lo defendemos, así como luchamos por una vida más justa para todos y todas”.
Caminar es preciso en estos tiempos y generar nuevas relaciones también, y en eso están las mujeres generando comercio justo. Ahí están las que generan nuevas relaciones entre quienes producen y quienes venden, para que no cueste tanto. Cynthia, está a cargo del Mercado de Consumo Popular (Me.Co.Po.) en la villa 21 24. Este mercado nació como una red de comercio justo en varios barrios de la Capital Federal y el Conurbano bonaerense, pero también abrió almacenes en varios puntos. Todos los productos que se comercializan son directo de las y los productores hacia las y los consumidores, y todos de cooperativas y fábricas recuperadas. En Me.Co.Po. se comercializan comestibles, secos y frescos, (conservas, verduras, yerbas, aceites, mieles, dulces, galletas, legumbres, pastas, etc) productos de limpieza, productos de la industria textil, juguetes, productos de herrería, libros y más.
En comunicación con Marcha, Cynthia nos cuenta: “Los precios subieron mucho, nosotras ofrecemos productos buenos y la gente se da cuenta de eso. Comparados con los productos de los almacenes del barrio, son muy baratos. Más que nada para sacar el día a día. Es una re ayuda acá dentro para la gente. Además son productos de cooperativas, de fábricas recuperadas, eso también les explicamos y así la gente además va conociendo. Lo que más se consume son los productos básicos: mas rápido se va es el arroz, puré de tomate, azúcar, la yerba y el aceite. Somos gente popular, comemos comidas populares: con todo eso te haces un lindo guiso y entretenés al estómago con mate”, concluye.
Las pibas en los barrios saben lo que es andar con les pibes a cuestas, les propies y les otres, por la falta de vacantes en las escuelas y saben de la falta de pastillas o el cambio constante de los anticonceptivos y la difícil atención sin profesionales que garanticen derechos en los centros de salud y hospitales. Pero también saben de tejer redes: ninguna se queda sola. Las mujeres en los barrios se forman, buscan información, se organizan como promotoras de salud para poder dar una mano a otras.
Durante lo que va de 2018 fueron relevados en medios 217 femicidios. Ante las violencias, todas las violencias, las redes se activan. Las mujeres, lesbianas, travestis y trans se organizan para visibilizar pero también para denunciar, para hacer frente a una realidad que no para de golpear; generando espacios de acompañamiento y contención, estrategias de autocuidado; en cada barrio, siempre hay un lugar. Ante la votación negativa en el Senado contra el aborto legal luego de un año de intensa lucha, las redes de acompañamiento siguen activas más que nunca para garantizar el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, el que el Estado nos quiere negar. Con las profesionales, las pibas organizadas en los barrios, las redes se fortalecen.
Las organizaciones se cruzan, los feminismos nos cruzamos. Las mujeres nos organizamos, desde hace años. Pero estos más todavía. Donde haga falta, donde nuestros cuerpos lo necesiten, donde haya hambre, donde haya dolor. Donde el Estado se ausenta; allí estamos las feministas populares: parando la olla, generando, haciendo. Construyendo alternativas para la vida digna.