Ayer fue una nueva jornada cultural en la estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, que lleva el nombre de los militantes sociales asesinados el 26 de junio de 2002 por la represión estatal. Esta vez sin la marcha de antorchas sobre el Puente Pueyrredón y sin el acampe que acompañaba la vigilia. La decisión de familiares, compañeras y compañeros fue la de resguardar a las personas y evitar cualquier posible represión o ensañamiento de las fuerzas de seguridad.
Por Redacción Marcha | Foto: Nadia Sur
Pero a pesar del frío que llegó de golpe, fueron miles quienes caminaron por la calle Yrigoyen para comprar productos autogestivos, llevarse grabados o incluso comerse un plato suculento de la olla popular que organizaron.
Adentro, la estación era tránsito constante: hay quienes asistían a uno de los paneles, quienes bailaban o cantaban, quienes dejaban su mensaje en la instalación de pañuelos en homenaje a Norita o ayudar con murales o vitraux que se renuevan cada año.
Similitudes entre ayer y hoy
Cuando llegó la hora de la palabra de los familiares, después de que La Ferni y Duratierra hubieran llenado de trinos y música el aire, no se olvidaron de la represión en el medio de la aprobación en el Senado de la Ley de Bases, el pasado 12 de junio. Y es que, a veces, parece que el tiempo se detuviera y los gobiernos repitieran las mismas fórmulas contra el pueblo. Y tazaron algunas similitudes que nos detuvimos a analizar.
En principio porque, como aquel 26 de junio, se trata de un plan del gobierno (en 2002 fue de los gobiernos nacional y provincial) para enviar una señal “ejemplificadora” en medio de una situación de conflictividad social, que responda a la demanda del poder político y económico de castigar la acción directa que cortaba calles y rutas ayer o que protesta contra una ley nefasta hoy.
Por otro lado, por primera vez el 26 de junio, actuaron en conjunto las tres fuerzas federales: Gendarmería, Prefectura y la Policía Federal (además de la policía bonaerense) con la excusa de que cortar el Puente Pueyrredón era tomado como “una acción bélica”. El 12 de junio pasado se repitió esa acción conjunta: estuvieron Gendarmería, Prefectura Naval y Policía Federal.
En aquel momento el discurso oficial, de la mano de Aníbal Fernández, secretario de la presidencia, fue que en la asamblea previa al corte “habían hablado de lucha armada”… ¿Cuál fue el justificativo para la represión el 12 de junio pasado? Acusar de sedición y terrorismo a quienes fueron a manifestarse. El fiscal Carlos Stornelli les imputó 15 delitos, entre ellos contra el orden constitucional. Como broche, amenazó con aplicar un agravante previsto en delitos que buscan “atemorizar a la población”, es decir, terrorismo. Y en lugar de mencionar 33 “personas detenidas” habló de “33 piqueteros”. Al parecer, no hay nada original cuando el ajuste y el hambre se ponen del lado de quienes más sufren.
“Jamás nos van a arrancar la alegría de la lucha”
Paula Alvarado Mamani es la abogada de la causa que se lleva adelante para que se juzgue a los responsables políticos que dieron la orden de matar y hace un tiempo sumó la defensa de Mara Kosteki. Desde el escenario, contó: “Estamos distanciados de la justicia que enseñan en la facultad de derecho: una justicia clasista, colonial. Desde 2014 estamos dando una pelea: ese año fue el desarchivo de la causa y a partir de ese momento hubo trabas por parte de la fiscal, por parte del juzgado y sin embargo la querella sigue presentando testimoniales, pruebas y tratando de llevar adelante lo que todos sabemos en la sociedad que fue una planificación de los gobiernos de turno y que hasta el día de la fecha no hemos tenido una justicia completa”.
Luego fue el turno de que subieran Leo y Alberto Santillán, hermano y padre de Darío, rodeados de compañeras y compañeros.
Leo recordó que todavía hay cinco detenidas y detenidos desde el 12 de junio y que hay que seguir reclamando. “Si bien el enemigo es grande, tenemos que multiplicar la esperanza para seguir luchando”, afirmó. Y siguió con la idea de que “sin amor, sin alegría, no podemos salir a pelear. Por eso tenemos amor, pero también tenemos bronca. Vamos por la unidad verdadera para voltear a este gobierno”.
Fue el turno de Alberto, que recordó que, más allá de la fecha puntual, cada día familiares y compañeros tienen un objetivo claro: “Vamos a insistir en los tribunales, hasta conseguir justicia verdadera por Darío y por Maxi. Cuando la fiscal Paola Ochoa mira para otro lado, ahí estamos los familiares para indicarles por dónde seguir”.
Y si bien son 22 años sin Darío, Alberto abrió su corazón y nos dijo: “Se lo extraña. Te dicen que el tiempo ayuda, pero es mentira que el tiempo cura todo”. Emocionado, retomó: “Nos van a arrancar muchas cosas pero jamás la alegría de la lucha”.
“Estoy orgulloso de ser el papá de Darío. Él decía que en su sangre corría la sangre de lxs 30 mil, afirmó, mientras Norita sobrevolaba en los recuerdos y el corazón de todas y todos: “Ella sería la primera en estar exigiendo la libertad para lxs cinco compañerxs que siguen presos”.
Antes de que la Delio Valdez cierre la noche bajo una lluvia que permitió que tocaran dos canciones, pero quisieron esta presentes, Leo invitó a arrimarse a la olla: “Hicimos una olla popular porque es lo que hacía Darío. Y esto no es de ahora, estamos hace más de 20 años en los barrios bancando las diferentes crisis que venimos sufriendo y porque lejos de lo que dice este gobierno, que nos acusa de que andamos robando la comida, nosotros todo lo contrario: hemos estado cuando el pueblo lo ha necesitado durante la pandemia, con la olla. Así que quien se quiera acercar, bienvenido sea”.