Por Francisco Longa y Edgar Juncker. Mientras los políticos de carrera de los partidos tradicionales protagonizan saltos de vereda entre una fuerza y otra, sin demasiados reparos ideológicos, el campo de la izquierda asume nuevos desafíos y se enfrenta a sus propios déficit históricos.
En artículos anteriores realizamos un mapeo elemental de los flujos y reflujos de candidatos entre partidos, frentes y demás agrupaciones de la política nacional pertenecientes a los sectores tradicionales tales como el PJ, la UCR o las nuevas fuerzas de la derecha como el PRO y el Frente Renovador. En el presente análisis trataremos de describir los procesos que atraviesa la izquierda en Argentina, en relación a la carrera electoral hacia 2015.
Avances y límites de la izquierda tradicional
Luego de la conformación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), la izquierda trotskista logró una buena elección el año pasado, con más de 1.200.000 votos conseguidos a nivel nacional.
Los resultados favorables pueden ser leídos a partir de una política de penetración activa en fábricas y claustros universitarios, ámbitos de alta conflictividad en los últimos años. De esa forma, partidos con largo recorrido como el Partido Obrero (PO), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) e Izquierda Socialista (IZ), integrantes del FIT, pudieron presentar una opción unificada. Claro que también se vieron “empujados” a hacerlo luego de la reforma electoral que impulsó el kirchnerismo, que exige obtener como mínimo un 1.5 por ciento de los votos del padrón en elecciones primarias para poder participar de las elecciones generales. Este requisito de alguna manera “obligó” a los partidos a unificarse, porque por separado difícilmente hubiesen llegado a superar el piso.
Así, el FIT encarnó una experiencia unitaria importante para la izquierda, con consignas tales como: salario mínimo de 8000 pesos, 82 por ciento móvil a los jubilados y las jubiladas, aborto legal y gratuito, entre otras; que le permitió alejarse de las tradicionales leyenda hiper-ideologizadas a las que nos tenían acostumbrados estos partidos para dar lugar a un lenguaje más llano y accesible para una campaña electoral.
De esta manera, Néstor Pitrola (PO) y Miryam Bregman (PTS) entraron como diputado y diputada por la provincia de Buenos Aires con el 5.01 por ciento, mientras que Jorge Altamira (PO) no logró llegar al mínimo necesario y quedó cuarto en la Ciudad de Buenos Aires, con el 5.64 por ciento de los votos. También en otros puntos del país tuvieron destacadas actuaciones: en Córdoba, con María Liliana Olivero (IS) que obtuvo el cuarto lugar con el 7.48 por ciento; o la gran elección de Nicolás del Caño (PTS) en Mendoza, quién quedó tercero con el 14.03.
Claro que las diferencias internas no se hicieron esperar y en algunos ámbitos los partidos del FIT no pudieron siquiera ponerse de acuerdo a la hora de armar un bloque legislativo único, como en el caso de Mendoza donde en una polémica con fuertes acusaciones cruzadas el PO acusó públicamente al PTS de “usurpar” la banca del FIT, luego que el legislador del PTS inscribiera la banca a nombre de su partido y no del Frente de Izquierda.
Como vemos, estas debilidades internas del FIT matizan la gran elección realizada, mostrando que la unidad de la izquierda trotskista sigue siendo un punto de llegada antes que un punto de partida; sumado a eso, las perspectivas de ampliar el marco de alianzas a sectores de izquierda no trotskistas tampoco parece una posibilidad concreta, al menos para 2015.
Mientras algunos referentes e intelectuales de otros sectores de la izquierda y la centro/izquierda, como Eduardo Lucita del colectivo Economistas de Izquierda o Alejandro Bodart del MST, se manifestaron a favor de una alianza estratégica de organizaciones anticapitalistas que potencie el renacer electoral que marcó el FIT, desde el PTS se encargaron de descartar de plano esta idea. Mediante un largo comunicado titulado “centroizquierdismo fracasado e izquierdismo oportunista”, acusaron a estos grupos de propiciar el abandono de la lucha de clases en pos de un programa lavado y de querer “abrir el FIT por la derecha”, lo que da un indicio de que una probable apertura y ampliación del espacio no está latente.
Nuevos aires en la izquierda independiente
El año pasado cuatro fueron las experiencias electorales provenientes desde movimientos populares que se autodefinen como parte de la Izquierda Independiente o Nueva Izquierda. Hablamos del Frente para la Ciudad Futura en Rosario, el Partido por un Pueblo Unido en Jujuy, Camino Popular en Capital Federal y Patria Grande en La Plata.
Estos nuevos espacios políticos son impulsados por organizaciones barriales, centros culturales y movimientos estudiantiles, que desde hace más de una década impulsan una construcción política ajena a la disputa electoral. Con origen en movimientos estudiantiles y de base, estos movimientos hacen una lectura de la coyuntura política donde se destaca el estancamiento en la creación de poder popular en las construcciones de base, la cual deciden retroalimentar a partir de la disputa institucional, como estrategia de acumulación política complementaria, que logre a la vez otorgar mayor visibilización a los espacios.
En este sentido, en el último tiempo comenzaron a asumir el nuevo desafío de la disputa por las instituciones. Los resultados no fueron malos en términos cuantitativos. Si bien ninguno de estos espacios logró insertar legisladores en 2013, superaron ampliamente el piso de las primarias y lograron visibilidad ante el conjunto de la sociedad. Para 2015, es de esperar que se reediten las apuestas en los mismos distritos que en 2013 por parte de estas experiencias, aunque seguramente se haga con algunas novedades en términos de alianzas.
En Capital, por ejemplo, hace pocos días se presentó el movimiento Patria Grande, resultante de la unión entre Marea Popular, el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional y el Movimiento 15 de Enero de Mar del Plata, entre otros. Su referente, Itaí Hagman no descartó participar en 2015 en una interna con partidos que en la elección pasada integraron listas colectoras del kirchnerismo, como el agrupamiento Seamos Libres, que llevó en su lista al referente Pablo Ferreyra (hermano de Mariano, el militante del PO asesinado en 2010). También destacó que la posibilidad de reeditar una alianza con Claudio Lozano, del espacio de centro-izquierda Unidad Popular, está latente. Hagman aclaró a la Agencia Paco Urondo que la perspectiva electoral para 2015 es discutir un frente con diversos actores de la izquierda y el campo popular, incluyendo a la izquierda tradicional y a sectores que hayan estado vinculados al costado más progresista del kirchnerismo.
Pero al mapa de la izquierda en la Capital Federal le deberemos sumar para el próximo año la aparición de un nuevo partido político: Pueblo en Marcha, que se define como una “herramienta electoral de los movimientos sociales”. Según surge de su declaración, “nos sentimos hijos e hijas de aquella rebelión del 2001 que dijo basta a la entrega neoliberal de los 90 (…) Creemos en otra política en la que se construye día a día desde los lugares de trabajo, las escuelas, las barriadas, junto a los vecinos y avanzando en la organización popular”.
Pueblo en Marcha es un espacio impulsado por la Regional Capital del Frente Popular Darío Santillán junto con un conjunto de movimientos y núcleos políticos referenciados en el espacio general de la Izquierda Independiente, tales como el Democracia Socialista, el Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social (Mulcs) y la Agrupación Bartolina Sisa. Con una mirada novedosa, plantean generar “círculos de multiplicadoras y multiplicadores” en cada barrio de la Ciudad. Eluden la típica campaña electoral y la transforman, en cambio, en un proceso participativo y abierto. Como dicen en su declaración “los movimientos sociales no vamos a elecciones con un cálculo electoralista; vamos a profundizar, reafirmar, superar y ampliar todo lo que venimos haciendo”. Las posibilidades de desarrollo de este espacio y su capacidad de establecer alianzas y ampliar su llegada, son algunas de las incógnitas que se comenzarán a resolver en los próximos meses.
Viejos desafíos para nuevos escenarios
Como vemos, lejos de la liquidez política que se observa en los partidos tradicionales del PJ, el radicalismo o las nuevas fuerzas de la derecha, la izquierda muestra claramente una afiliación y una propuesta en base a programas políticos más o menos definidos. Evitando los pases y saltimbanquis de dirigentes entre una fuerza y otra, tan comunes en la política hegemónica, los agrupamientos que se posicionan desde la izquierda ante el escenario electoral de 2015, parecieran estar al margen de las prácticas degradantes de la actividad política que se ven en la plana mayor del escenario.
No obstante, el alto grado de fragmentación de la izquierda y los enfrentamientos y acusaciones públicas entre fuerzas que supuestamente están ‘unificadas’ demuestran que la izquierda aún tiene muchas debilidades que superar si quiere presentarse como una alternativa de gobierno sólida y confiable ante el conjunto de la sociedad.