A 20 años de la masacre que conmovió al país, sobrevivientes, familiares y amistades de las víctimas marcharon de Plaza de Mayo al Santuario para recordar a les 194 pibes y pibas que perdieron la vida el 30 de diciembre del 2004 en el ex boliche República Cromañón. Cómo fue el recorrido y cuáles son los pendientes en la lucha por la reparación de quienes sobrevivieron a la impunidad de la corrupción.
Por Rocío Prim
Ayer, 30 de diciembre, y como cada año, familiares, sobrevivientes y organizaciones sociales renovaron sus demandas por políticas efectivas de reparación y la expropiación de Cromañón para que se convierta en un Espacio de Memoria.
La jornada comenzó a las 11:00 con actividades culturales en el Santuario y continuó por la tarde con una misa interreligiosa, otra en la Catedral Metropolitana y un acto en Plaza de Mayo con la lectura del documento elaborado por las organizaciones, que destacó las conquistas en materia de derechos y reparación para sobrevivientes y familiares de las víctimas. Culminó con la tradicional marcha hasta el Santuario de Cromañón, donde hubo un show musical y alrededor de las 22:00 se leyeron los nombres de las 194 víctimas de la Masacre.
Tras años de lucha, el pasado 12 de diciembre la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó una modificación a la ley de asistencia a la víctimas que contempla la reparación integral a través de prestaciones de salud, educación, inserción laboral y asistencia económica mensual vitalicia para sobrevivientes y familiares. La nueva Ley, que amplía y reabre el padrón para la reparación, reconoce también que los sucesos del 30 de diciembre, hasta entonces conocidos como “tragedia” sean considerados “La Masacre de República de Cromañón”.
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“Los balances no son nunca individuales”, sostiene Silvia Bignami, mamá de Julián Rozengardt, uno de los 194 pibes que murieron esa noche, y referente de la organización Movimiento Cromañón. “Con mis compañeros ayer decíamos que nos llama la atención que a 20 años nuestro movimiento sigue creciendo, aparecen sobrevivientes que no sabíamos que estaban. Aquí en el santuario apareció una chica sobreviviente con una canción, alguien que nunca había podido acercarse”.
Para Silvia, los pendientes en la lucha por reparación para las víctimas “le corresponden a todo el pueblo argentino”; y agrega: “Si pensamos en Cromañón -no solo como el hecho y los responsables y los que tenían que pagarla-, sino como todo lo que está pasando en el país, queda un montón para hacer. Queda preguntarnos cómo estamos mirando a los jóvenes, cómo los cuidamos, qué pasa con la salud pública, qué pasa con la educación; eso es lo que significa Cromañón”.
Se refiere además a la Ley de Reparación: “Hemos logrado una Ley un poco más justa que la que había, porque contempla considerar derechos para más personas ya que, hasta ahora, la Ciudad de Buenos Aires venía reconociendo mil y pico de sobrevivientes, cuando está claro que si hubiera habido mil y pico no hubiera existido Cromañón porque ésa era la capacidad del lugar. Son más de cuatro mil”.
Por otro lado, el movimiento consiguió una ley de expropiación para que el ex boliche sea un Espacio de Memoria, esto fue en el 2022, pero ha habido muy pocas acciones para concretarlo. “Hace muy poquito nos enteramos de que entraron a tasar en el lugar sin decirnos nada”, relató Silvia. “Todo lo hacen en las sombras y nos tenemos que enterar por una sentencia o porque teníamos acceso a un expediente, que ahora ya incluso es secreto”. Y reflexiona: “Tenemos una ley de reparación que mejoró la que existía, pero hay que ver cómo se implementa y una ley de expropiación que es un reclamo justísimo, pero estamos preocupados porque es un país que está planteando cerrar sitios de memoria, no abrirlos”.
Fabiana Puebla también forma parte del Movimiento Cromañón. Es sobreviviente y familiar de la Masacre. La noche del 30 de diciembre fue al recital de Callejeros junto a su compañero José Cantale, de 26 años, quien perdió la vida en el incendio.
“Una de las mayores demandas que teníamos para este año era nuestra Ley de Reparación Integral y logramos que se haga vitalicia”, relata, “pero seguimos reclamando que se amplíe el padrón, para que todos los sobrevivientes puedan ser reconocidos por el Estado porque después de 20 años todavía hay miles de sobrevivientes que no son reconocidos. Creo que esa es la demanda más grande que todavía nos queda y por la que obviamente vamos a seguir peleando”.
“Las víctimas tenemos que encontrar la forma de organizarnos, hoy marchamos con las mamás del gatillo fácil y con las familias de víctimas de femicidio”, relata Silvia. El paraguas para todas esas víctimas es que el Estado es Responsable. “Esa es una tarea que nos tenemos que dar las víctimas: organizarnos, interpelar al Estado y formar una especie de marea que le exijamos al Estado lo que tiene que cumplir. Esas son las cosas que todavía hoy nos faltan. El otro día alguien me decía “Ya son 20 años, ¿cuándo la van a terminar?” Y para mí no hay forma de terminarla, porque para eso tendría que cambiar mucho la sociedad y esa parte no la estaría viendo”.