Por Hugo Mazzesi. La presidenta Cristina Fernández definió modificaciones en el gabinete nacional en los ministerios de Defensa y Seguridad. ¿Cambio de era? ¿O se repite la fórmula de la estrategia kirchnerista?
I
Los cambios de gabinete en los dos gobiernos del kirchnerismo siempre han sido eje de comentarios de pasillo, teorías conspirativas y explicaciones para todos los gustos. Más allá de eso, los hechos objetivos y la ideología son la esencia de cualquier decisión en este ámbito.
II
Nilda Garré, de desempeño en apariencia positivo en el Ministerio de Defensa al desarticular los vestigios del terrorismo de Estado que quedaban en su estructura, fue designada ministra de Seguridad para ejecutar una política similar, así como contribuir al saneamiento de unas cuestionadas Fuerzas de Seguridad y particularmente la Policía Federal Argentina, carcomidas por una estructura inoperante, tendencialmente corrupta e ideológicamente ultraconservadora, tal y como se demostró en el paro del personal de la Gendarmería y Prefectura (y que sumó a personal de la Armada) en octubre de 2012.
III
Arturo Puricelli, ministro de Defensa, ha tenido un desempeño diametralmente opuesto. Ex gobernador de Santa Cruz bajo el ala de la derecha peronista (y en su momento enfrentado con el entonces referente del Ateneo Juan Domingo Perón, Néstor Carlos Kirchner), entró en un proceso de conciliación con el gobierno nacional desde el 25 de mayo de 2003, donde ofreció sus buenos oficios para facilitar en su provincia de origen la acción de gobierno. Ya como ministro de Defensa, hizo cambios importantes en materia estratégica, entre los que destacan el acercamiento a EE.UU y una cierta protección a los militares más próximos ideológicamente a los referentes del terrorismo de Estado, pero que no tenían imputaciones por crímenes de lesa humanidad.
IV
Agustín Rossi, referente parlamentario del Frente para la Victoria durante los últimos años, ha sido el principal defensor de las políticas de gobierno en el recinto de diputados. Con una encomiable oratoria, ha sido el acicate y desmenuzador de la política de la oposición conservadora, y ha sido además un duro a la hora de enfrentar a la estructura del Grupo Clarín y de otros monopolios de gran peso.
V
Nilda Garré, ya como ministra de Seguridad, tuvo un desempeño con claroscuros. Por un lado ingresó con una fuerte depuración de Comisarios de la Policía Federal en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires de los que hubiera habido sospechas de vínculo con el delito organizado, rompió inicialmente la dependencia de las fuerzas federales con las agencias de seguridad de EE.UU y propuso un marco ideológico para las fuerzas a medio camino entre el respeto a la estructura anterior pero que pudiera centrarse en políticas de derechos humanos. Pero la estructura corporativa que Garré tímidamente quiso desmontar, ganó la partida: no se puso fin al gatillo fácil, a los vínculos peligrosos y a las conexiones políticas, lo que derivó en una incómoda posición que terminó con su actitud ausente durante el paro carapintada de octubre de 2012.
VI
La oficialidad de las fuerzas de seguridad, responsable de una campaña contra el gobierno nacional entre los suboficiales de las fuerzas para facilitar aquel paro, fue una tentativa de desestabilización con fines condicionantes para el Poder Ejecutivo, que vino muy bien a los principales grupos económicos del país que desde junio de 2012 vienen agitando una recomposición social de la oposición de derecha.
VII
El viceministro de Seguridad, Sergio Berni, es partidario de un refuerzo de la acción policial y actuaciones más contundentes ante las protestas sociales vinculadas a los reclamos gremiales o de grupos excluidos, no así con los grupos de derecha que vienen agitando la calle desde hace varios meses. De esta manera, se estaría dando un giro a la doctrina propuesta por Garré e influida por el Centro de Estudios Legales y Sociales, que con el nuevo Gabinete, ya no tendrá ninguna posibilidad de acceso a la política de seguridad. Puricelli, de perfil político más bajo que Berni, estaría de acuerdo con esta reorientación.
VIII
Agustín Rossi asume una cartera en un terreno que desconoce, fácilmente cuestionable, y que en un futuro próximo lo va a enfrentar con la estructura de las Fuerzas Armadas, que recuperaron terreno y autonomía durante la gestión de Puricelli. De esa manera, saldrá un Rossi desgastado políticamente y le cierra el paso a una posible candidatura del kirchnerismo más proclive a una profundización de los conceptos históricos del peronismo: nacionalismo, límites al capital y refuerzo del Estado como rector de la política.