Se realizó, por las calles de La Matanza, en el conurbano bonaerense, la marcha “11 años sin Luciano Arruga, 11 años sin justicia”, al conmemorarse un nuevo aniversario de su desaparición y muerte. Contra la impunidad, el olvido y la represión, la lucha de familiares y amigxs continúa hasta condenar también a los responsables políticos y judiciales.
Por Vivian Palmbaum
Seguimos recordando a Luciano Arruga porque el 31 de enero es una fecha que cada año nos recuerda la desaparición y muerte de un joven a manos de la policía bonaerense. Un reclamo contra la impunidad continuada que no cesa. Por eso, el 1 de febrero se realizó una marcha para exigir una reparación necesaria.
Ni el calor sofocante, ni el período vacacional son un motivo de desaliento para que una larga columna de militantes de organizaciones sociales y políticas, organismos de Derechos Humanos, colectivos sociales y culturales, “Familiares y Amigos de Luciano” y otras personas se dieran cita un sábado por la tarde. La desaparición y muerte de Luciano Arruga hace 11 años nos recuerda que aún en democracia es posible la desaparición forzada. Desde Av. Gral Paz y Mosconi se marchó hasta la plaza Luciano Arruga, en Lomas del Mirador y estuvo encabezada por el Colectivo de Víctimas de Gatillo Fácil, que cada vez se vuelve más numeroso.
¿Qué quiere decir víctima?
Con la voz firme y serena que parece haberse forjado en estos 11 años de lucha, Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, parada con su pequeño cuerpo desde arriba del camión, en la intersección de Mosconi y San Martín, señala que a escasas dos cuadras, en Indart 106, el entonces intendente Fernando Espinosa, decidió responder al reclamo de las y los vecinos del barrio por más seguridad después de los casos mediáticos como eran el del florista de Susana Giménez y el del entrenador de Guillermo Cóppola que con ayuda de los medios hegemónicos instaló la demanda por más seguridad.
Así se instaló un destacamento destinado a controlar los barrios 12 de Octubre y Santos Vega. Pero “parte de la policía de ese lugar con otra gente empezaron a cooptar pibes y mandarlos a robar. Luciano se negó y empezó a sufrir detenciones, en ese destacamento de Lomas del Mirador, por averiguación de antecedentes y otras giladas que no se correspondían con la edad de un pibe de 16 años. Se lo amenazaba. Los efectivos de ese destacamento el 22 de septiembre de 2008 decidieron detener a Luciano, una vez más y decidieron torturarlo física y psicológicamente, lo tuvieron detenido desde la mañana hasta la noche. Mi vieja y yo estuvimos en ese lugar, escuchamos el pedido de auxilio de Luciano, no lo pudimos sacar, lo escuchamos. A los pocos meses, el 31 de enero de 2009, es el momento que atraviesa nuestra vida y que va a atravesar nuestras vidas por siempre, es el día que deciden secuestrar a Luciano y desaparecerlo”.
¿Qué quiere decir víctima? Vanesa Orieta parece haber ido construyendo una respuesta, que va más allá de lo personal, a través de estos 11 años. “Ser pobre, ser un pibe o una piba que en toda su historia de vida le faltaron, le robaron sus derechos fundamentales y que a su vida de falta de derechos fundamentales se sumó la naturalización muy fuerte de la violencia y la represión estatal. Los diferentes gobiernos constitucionales no hicieron más que recrudecer la violencia en los barrios, el control y el disciplinamiento sobre los cuerpos de los pibes y las pibas de los barrios. Acá como en todo el conurbano bonaerense, conocemos a la policía como la “maldita policía bonaerense”. En lugar de hablar de los delitos que comete la policía bonaerense como salideras, coimas y de máxima control de la explotación de pibes y pibas, sexual o a través de armar redes delictivas, eso es la policía bonaerense. Los gobiernos constitucionales en lugar de hablar de esto hablaban de que había que asegurarle la seguridad a la sociedad que era solamente para la clase media o la clase alta, porque para los pobres solamente representaba esto: que los criminalicen, apostando en cada uno de los pasillos, un policía, una policía, con sus armas bastante grandes y con la decisión política de pedir documentación o controlar los movimientos de quienes quisieran.
¿Qué quiere decir ser víctima? Una pregunta que se responde cada vez que Vanesa avanza en su relato: “5 años y 8 meses después, gracias a la organización y la lucha, pudimos encontrar los restos de Luciano. Si hay algo perverso que puede suceder en la vida de una familia, atravesada por un trauma tan grande como es la desaparición forzada, es encontrar los restos de quien se busca, es tener que reconocerlo por sus huesos, por las fracturas que le habían provocado en sus costillas el 22 de septiembre de 2008. Pero lo encontramos y podemos decir que se terminó con la tortura sistemática de buscar un desaparecido”.
Se escucha la voz de Vanesa, luchadora incansable: “La desaparición forzada, las torturas fuera de una celda, porque muchos de los pibes y pibas sufren el hostigamiento afuera. El afuera es también como una cárcel para los pibes y las pibas pobres. Hay una urgencia de parte de muchas personas de poder hablar de esto, pero las torturas son también en las celdas cuando se llevan a los pibes y las pibas por portación de cara, porque les armaron una causa. El armado de causas es también parte de la represión estatal, ocurre y sucede y muchos de los pibes y pibas son empapelados”.
Son víctimas que con el dolor a cuestas se han organizado para avanzar y luchar para que se haga justicia por Luciano. “Ahora lo que enfrentamos es un proceso de verdad y justicia”, enfatiza Vanesa Orieta, “queremos condenar a las y los responsables, pero no solo los materiales sino a los políticos y judiciales. La contradicción es pedirle justicia a quienes son responsables de la impunidad”. También por allí se la ve caminando, con menos protagonismo, a Mónica Alegre, mamá de Luciano, que se mezcla entre las Madres y Padres de víctimas de gatillo fácil.
Pero no solamente la lucha es por la reivindicación de una justicia que no llega, sino que han asumido el compromiso cotidiano para apostar a la transformación de víctimas en protagonistas en el Espacio Luciano Arruga que funcioná en ese territorio, el destacamento donde Luciano estuvo detenido, que supieron construir y que le arrebataron a la policía asesina.
No hay víctimas sin victimarios
Vanesa repasa las responsabilidades judiciales y políticas que muestran que aún no se ha hecho justicia por la muerte y desaparición de Luciano. En relación a las responsabilidades judiciales afirma que en estos 11 años de la desaparición y asesinato de Luciano Nahuel Arruga, “nos encontramos otra vez batallando contra la impunidad”. Hoy exigen que se impulse el jury de enjuiciamiento que iniciaron hace seis años “para lograr una condena a los responsables judiciales de haber perdido pruebas irrecuperables para la investigación, haber beneficiado a la propia policía denunciada y haber perseguido a la familia”. En la justicia los responsables de la impunidad son: el Juez Gustavo Banco y las fiscales Roxana Castelli y Celia Cejas Martín. La continuidad de la acusación depende de la decisión del Dr. Eduardo Néstor De L'azzari, presidente de la Suprema Corte de la Pcia. De Bs As. En cuanto a las responsabilidades políticas Vanesa afirma: “creemos en la conciencia del pueblo que pueda decirle a Fernando Espinosa (recientemente electo intendente de La Matanza): vos sos responsable de una desaparición en democracia, pero esto no sucede aún”.
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