Abuelas de Plaza de Mayo anunció la recuperación de otro de los nietos apropiados por el terrorismo de Estado. Pablo Gaona Miranda es el nieto 106. Su identidad fue restituida en el mediodía de ayer, después de 34 años.
Las raíces y las historias -“los pilares fundamentales de toda identidad”, dice la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo en su portal- hablan por sí solas. Estela de Carlotto, la titular de la organización, anunció ayer la restitución del nieto 106. Pablo Gaona Miranda nació el 13 de abril de 1978 y fue secuestrado el 14 de mayo de ese mismo año junto a sus padres Ricardo Gaona Paiva y María Rosa Miranda, cuando apenas tenía un mes de vida.
En 2011 Pablo comenzó a sospechar de su identidad, pero sería recién el pasado 29 de junio cuando se acercaría a Abuelas. Tras comprobarse algunos indicios que señalaban que era hijo de desaparecidos, fue derivado a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) para realizarse el examen de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). Poco tiempo después, Abuelas iba a informar la restitución 106.
Primero el despojo, un destino impuesto por el terror, luego la contradicción, la angustia, el miedo y la valentía, es el proceso que atraviesan muchos de los nietos recuperados que se animaron a darse la respuesta a esa pregunta dolorosa. Pablo “fue liberado de la mentira” como menciona la organización en su comunicado de prensa. Ricardo Gaona Paiva, su papá, nació en Asunción del Paraguay, militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y luego en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Le decían “Paraguayo” o “Jorge”. Estuvo detenido en la Comisaría de Villa Martelli y en la cárcel de Olmos. María Rosa Miranda, su mamá, tucumana, también militaba en el ERP y le decían “Silvia”. Fueron vistos por última vez en Villa Martelli, el 14 de mayo de 1978 luego de haber visitado a los padres de Ricardo que vivían en ese barrio.
Estela de Carlotto contó en conferencia de prensa que Pablo fue “separado de sus padres al mes de vida” y un año después entregado por un Coronel retirado a su primo, quien lo crió junto a su mujer como un hijo propio. Aunque había manifestado sus dudas, le contaban que lo “habían traído de la provincia de Misiones”. Recién en 2008 su apropiadora reconoció “que era hijo de desaparecidos”. Hoy, Pablo tiene una familia que comprueba su identidad; una abuela de 82 años que “siempre lo buscó”, tíos y primos.
El reconocimiento por parte de la Justicia de un Plan Sistemático de robo de bebés, cuando el 5 de julio pasado condenaba a los ex dictadores Jorge Videla y Rafael Bignone a 50 y 15 años de prisión, comprueba la incansable lucha que dan las Abuelas desde hace 35 años. Una generación que tiene otra historia para contar, la verdad arrancada de sus manos por parte del terrorismo de Estado. “Nuestra lucha sigue siendo tan dolorosa y desesperada como al principio, aunque ahora con el agravante de que el tiempo se nos acaba”, declaró Abuelas en un comunicado de prensa.
Como parte de la continuidad de esa lucha, las Abuelas convocaron “a todos los que dudan de su identidad a que se animen y se acerquen a nuestra institución. Empezar a sacarse de encima las dudas es el camino para empezar a aliviar tanto dolor. Y agregaron: “A quienes conocen a alguien que tiene dudas o que ya sabe que puede ser hijo de desaparecidos, les pedimos que lo ayuden a acercarse a Abuelas o a la CONADI”.
Durante la conferencia también estuvieron presentes el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda; el tío paterno de Pablo Gaona Miranda; los nietos recuperados Victoria Montenegro, Francisco Madariaga y Tatiana Ruarte Britos, entre otros; los legisladores Remo Carlotto y Gabriela Alegre; Marita Perceval, de la secretaría de Derechos Humanos; y Elsa Oesterheld, viuda del escritor Héctor Germán Osterheld.
Con 400 nietos aún sin ejercer el derecho a su identidad, Estela de Carlotto declaró que “este dolor profundo sólo puede curarse con la verdad, la verdad es la única explicación capaz de poner fin al tormento de vivir sin saber quién es uno”.