Por Mariana Correa. La joven Ailén López está desaparecida desde febrero de 2013. Al dolor de la ausencia su familia debe adicionarle el morbo televisivo. El periodista González Oro montó un circo criollo de acusaciones en torno a una supuesta aparición, que al final no fue.
Lunes 7 de julio: “Último momento. Estamos cerca de encontrarla”. Minutos después: “Encontramos a Ailén López”. Martes 8 de julio: “Una mente siniestra impidió nuestra búsqueda”, y más tarde: “Su hija desapareció y es adicta”. Estos son algunos de los zócalos que esos días aparecieron una y otra vez en la pantalla del programa “Los unos y los otros”, del canal América, reforzados por las intervenciones del periodista Oscar González Oro, conductor del envío. Son también ejemplos por excelencia de la irresponsabilidad mediática sin límites.
Ailén del Valle López tiene 18 años, es de Longchamps, partido de Almirante Brown, y desapareció el 14 de febrero del año pasado. Desde entonces su familia la busca, en especial su mamá, María Isabel, quien pone la cara para relatar, pedir, reclamar, declarar, recibir cachetazos y advertir sobre su persistencia en esta batalla durísima que libran las personas para encontrar a sus seres queridos.
El precio de una hora de cámaras
Isabel optó por ir a la televisión. Producida por maquilladores de camarín, sentada frente al “Negro Oro” y a un panel de pseudo jueces, el lunes de la semana pasada contaba ante las cámaras la historia de la desaparición de su hija, o mejor dicho, intentaba dar explicaciones sobre eso.
Es que Oro, la periodista Débora Plager, el abogado Gastón Jordanes y el psicólogo Juan Manuel Brindisi armaron un perfecto laberinto de preguntas, suposiciones, prejuicios y encasillamientos que la mamá de la chica debió atravesar hasta dar con el objetivo que le quita el sueño cada noche: reencontrarse con Ailén. Emocionante como las propuestas televisivas de tipo gentequebuscagente.
Desde las tres y media de la tarde y durante una hora, Isabel expuso que Ailén era una chica a la que le iba muy bien en el colegio y tenía amigas, pero que cuando conoció a su novio, un muchacho de Florencio Varela, cambió porque al parecer él era una persona con muchos problemas y la habría conducido al mundo de las drogas.
Como si estuviera en el banquillo de acusados, Isabel contestaba todas las preguntas, que por momentos escarbaban hechos de su vida íntima y por otros eran reproches. Que su hija era adicta, que ella no supo cuidarla o contenerla como correspondía a una madre, que ahora tal vez era tarde, que quizás Ailén ya no quería volver a su hogar eran algunas de las conclusiones a las que los árbitros del estudio llegaban para justificar que la chica faltara en su hogar desde hace casi un año y medio.
Fue una entrada muy cara la que debió pagar esa mujer por un turno en la pantalla chica. Después de hablar sobre su dolor, ¿llegaría el final feliz que los programas sensibleros empiezan a ofrecer en su último cuarto de hora? ¡Eureka! ¡La realidad hecha ficción, en vivo y en directo, aumenta el nivel de audiencia!
Supuestamente
Un llamado telefónico cambió toda la historia: era una supuesta Lorena Gómez, una trabajadora social que se encontraba junto a Ailén, embarazada de seis meses y totalmente recuperada de las drogas. Llamaba desde un celular y contaba que estaban en el hospital zonal Enrique Erill, de Escobar, donde además estaba a resguardo del novio porque era golpeador.
González Oro dio, entonces, el batacazo final: después de intercambiar al aire algunas palabras con la tal Gómez, le anunció a Isabel que el programa encontró a Ailén y que la producción la iba a poner al teléfono. La mujer rompió en llantos mientras del otro lado una voz aniñada y asustada le decía que estaba bien y que la esperaba. “Ahora vas a ir al hospital a reencontrarte con tu hija”, le anunció Oro, ahora sí, comprensivo. “Te amo Ailén, te amo hija. Allá voy a buscarte”, repetía la mamá.
Acompañada por la producción, Isabel se fue en auto a terminar la búsqueda. Sin embargo, ya entrada la madrugada, madre e hija jamás se encontraron. Durante el viaje, la gente del canal mantenía comunicación con ese número de celular que había dado el aviso del paradero de Ailén, pero a medida que se acercaban, las coordenadas no coincidían: la supuesta trabajadora social les dijo que tenían que llegar hasta Belgrano 1900, donde se encontraba el nosocomio, pero ese lugar era sólo un barrio. Lo peor se confirmó cuando en la recepción del centro de salud, ubicado en Tapia Cruz 21, les aseguraron que no estaban enterados de nada. Hicieron entonces una nueva denuncia policial por el paradero de Ailén.
Capítulo 2
Al día siguiente, en el programa tuvieron que explicar. Con cara de piedra, González Oro anunció que era muy difícil lo que tenían que aclarar, pero jamás, como portavoz del canal, hizo un mea culpa, sino todo lo contrario: “Los unos y los otros” era la víctima.
Por un lado, el conductor y los panelistas adjudicaron el reencuentro fallido a “una mente siniestra” que habría impedido que “la investigación” tuviera un final feliz. Por otro lado, otra vez Isabel fue el blanco de los cuestionamientos: en definitiva, ella era quien no supo tratar a tiempo el “problema” de su hija. Todo cerró perfectamente para que la producción se desentendiera de su irresponsabilidad y falta de profesionalismo.
Otra vez, producida por maquilladores de camarín y sentada en el mismo banquillo, la mamá se vio obligada a esquivar reveses. El panel sugirió que, drogados como estarían, podrían haber sido Ailén y su novio quienes hicieron una broma y que tal vez estaba metida en alguna banda. También deslizaron la posibilidad de una red de trata. Y como si fuera poco, Oro insistía en que todo fue muy confuso porque la voz de la supuesta trabajadora social “era muy culta, parecía profesional, no parecía integrante de alguna banda”.
Las preguntas sin respuesta
A sabiendas de que el oficio del periodismo es llegar a la verdad de los hechos, caben algunas afirmaciones sobre este juego ilimitado del rating, aún a costa del tratamiento irresponsable de una problemática gravísima en nuestro país: la desaparición de personas.
En el programa, ¿a nadie se le ocurrió llamar al hospital Erill para confirmar que Ailén se encontraba allí antes de anunciarlo con bombos y platillos? ¿Nadie pensó en googlear la zona a la que debían llegar? ¿Nadie pensó que el hospital público se comunicaría a través de un teléfono fijo, propio, en vez de utilizar un celular? ¿Nadie buscó la dirección del hospital en vez de aceptar las indicaciones de la supuesta Lorena Gómez? ¿Y ahora? ¿Dónde está Ailén? ¿Cómo sigue la búsqueda? ¿Quién acompaña a Isabel? ¿Quién la acusa?
Esta tarde, a las 15.30, durante una hora, una nueva historia de suspenso apareció en la pantalla de América TV, como si nada: “Valeria Martínez busca a su padre Claudio Ricardo Martínez”.
Si tenés datos de Ailén, llamá las 24 horas al 0800-122-2442