Por Mariela Velárdez
Pasaron tres años del abuso sexual y femicidio de Lizbeth Muñoz Álvarez, en agosto de 2012 en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores. Desde entonces, su familia y en especial su madre buscan el esclarecimiento del asesinato exigiendo se investigue a Willy Blanco Canavari. “No voy a bajar los brazos, mi hija se merece justicia”, dijo Felicia en diálogo con Marcha.
Bien temprano a la mañana del 2 de agosto de 2012 Felicia acompañó a su hija Lizbeth Muñoz Álvarez, de 14 años, desde la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, a la escuela. Habían acordado que a la salida, Lizbeth pasaba a buscar a sus dos hermanos. Felicia dejó a su hija y se fue a trabajar. Antes de llegar, una vecina ya le anunciaba que Lizbeth no había llegado a su casa. Y al llegar, lo confirmó. Tampoco había ido a buscar a sus hermanos.
Ahí comenzó la búsqueda. Por todo el barrio buscaron y preguntaron. “Todo eso ha sido muy triste y me duele mucho recordar”, anunció Felicia al comenzar el diálogo con Marcha.
La denuncia por la desaparición de Lizbeth fue radicada en la comisaría 34 de Quilmes. “Llovía mucho, no paraba de llover y no había colectivos, no había remises, nada. Salimos de ahí a las 2 de la madrugada y tuvimos que volver caminando, llorábamos porque Lizbeth no aparecía, hacía frío”, recordó Felicia en el relato.
Al llegar, llamaron de la comisaría 48 de Lugano, “es sobre su hija, tiene que acercarse hasta acá”, le dijeron. No paraba de llover y seguía sin haber colectivos que pararan ni remises en ningún lugar. “Desesperada, en medio de la tormenta y la lluvia, me paré en medio de una calle, en el semáforo, con los brazos abiertos. No podía parar de llorar. Un hombre se bajó del auto, le expliqué y nos llevó por 30 pesos hasta la (comisaría) 48”.
Al llegar no nos decían nada, nos decían que nos teníamos que volver, que ahí nadie sabía nada, que nadie sabía porque me habían llamado. “Yo me puse muy nerviosa, no podía parar de llorar, hasta que un policía me dijo –señora, se va a tener que calmar, encontramos un cuerpo y creemos que se trata de su hija-“.
Ahí les comunicaron que debían dirigirse a la morgue judicial. “Les rogamos que nos lleven, que no había remises, que no había colectivos, les suplicamos”. Los llevaron, pero a su casa.
Así empezaron a golpear las puertas de los vecinos del barrio. Hasta que llegaron a la casa de Benedicto Blanco Ramos. El esposo de la vecina que les había anunciado que Lizbeth no había llegado.
Le suplicaron que los lleve a la morgue porque Lizbeth no había vuelto. “Con el Chino se chocó con la Lizbeth”, asegura Felicia que el hombre repitió varias veces con tono de preocupación. Los hizo entrar a su casa y mientras se preparaba para llevarlos a la morgue les contaba que su hijo, Willy Blanco Canavari -alias “El Chino”-, lo había llamado temprano para pedirle ayuda, ya que había chocado con el auto.
Todo este relato fue asentado en la comisaría por la familia de Lizbeth. Hubo allanamientos, donde se encontraron ropas de Willy Blanco Canavari manchadas con sangre. Las habían encontrado escondidas, atrás de los muebles. Se las llevaron como pruebas. Hubo declaraciones de testigos, pruebas y más pruebas. A la familia le dijeron que a más tardar en tres o cinco meses iban a encontrar al sospechoso porque había pruebas directas que lo incriminaban.
Ya pasaron tres años
Felicia, la mamá de Lizbeth, aseguró que el principal sospechoso se encuentra en Bolivia ya que diferentes personas lo han visto en las localidades de Oruro y Cochabamba y que además se comunica con la familia cotidianamente. También denunció amenazas por parte del padre de Willy debido a la constante búsqueda de justicia que lleva.
No es difícil deducir que la causa está detenida ya que el Consulado y los organismos correspondientes no le dan mayor importancia al caso. Hace tres años que el cuerpo de Lizbeth apareció sin vida, con claros indicios de haber sido violada y estrangulada y habiendo un principal sospechoso. Tampoco se indagó demasiado para hallar su paradero.
A mediados de agosto, el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) –de la que Felicia forma parte-, junto a diversas organizaciones realizaron una marcha desde el Obelisco al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Fueron recibidas por el subsecretario de política criminal, Luciano Hazan, quien se comprometió a realizar las investigaciones correspondientes, aquellas que deberían haber hecho hace tres años. Aún no tuvieron ningún tipo de respuesta.
Felicia aseguró que no se va a quedar con los brazos cruzados. “A mí la organización, el estar acompañada y poder compartir lo que me pasa me ayudó mucho a salir adelante. Yo estaba encerrada en mi casa llorando, no sabía con quien hablar, como hablar ni que hacer. A través de la organización pude encontrar el camino en la búsqueda de justicia.” Y concluyó: “Vamos a ir al Consulado boliviano para exigir que ayude en la búsqueda del asesino de mi hija, yo no voy a bajar los brazos, mi hija se merece justicia, ella tenía muchos años por delante”.