Por Agustín Bontempo* / @agusbontempo
Con el humor como abanderado y con el trasfondo nacional-tradicional como estandarte, Terrenal. Pequeño misterio ácrata nos convoca a una profunda reflexión de nuestra realidad.
La propuesta de Mauricio Kartun, quien es dramaturgo y director de la obra, además de docente, divierte con la misma intensidad que impacta en nuestras cabezas. Terrenal. Pequeño misterio ácrata es una obra tan compleja como clara. Mitológica y bíblica para aplicar herramientas metafóricas y metonímicas que nos conducen, desde tiempos de antaño, hasta nuestra propia y reciente realidad, en lo que es un excelente recorrido cronológico.
Dos hombres, Abel (interpretado por Claudio Da Passano) y Caín (interpretado por Claudio Martínez Bel) se encuentran en un terreno que habían heredado de su padre, quien los había abandonado 20 años atrás. Al igual que el personaje bíblico, este Caín es un agricultor que se dedica exclusivamente a cultivar Morrones. Egoísta y avaro, de dedicación exclusiva a esta actividad, no comprende cómo Abel puede trabajar solo los domingos para luego abocarse a las copas y la diversión. No pastorea ovejas, pero este segundo personaje solo escarba la tierra en búsqueda de carnada para vender a pescadores.
El misterio ácrata deriva del origen mitológico de la palabra, ya que los terrenos que ocupan estas personas fueron heredados, pero luego descubren que su adquisición se hizo fuera de la ley, no obstante siempre han sabido respetar los límites propuestas, aunque con una vehemencia particular por parte de Caín.
La relación de estos personajes es tensa. Abel, promotor de la libertad, es acusado por Caín por cierto libertinaje. Lo maldice, le pone el mote de “sombra” lo que cala en la obra como un otro, un segundo, un irrelevante personaje para aquella evidente familia disfuncional.
Abel, en apariencia más fuerte y amenazante, nunca termina de comprender a su hermano aunque siempre se muestra más interesado en lograr una buena relación.
Hasta este momento, lo central de la propuesta pasa por pasajes de diversión con algunos esbozos de lo que se referenciaría después. Un pequeño burgués fanatizado por el capital y un border libertario promotor del buen vivir.
El resumen de esta historia lo trae Tatita, con una excelente interpretación de Claudio Rissi. El padre, aquel que 20 años antes se había ido, vuelve entre excusas y jolgorios. Encuentra a un hijo absorbido por sus morrones, carente de sentido del humor y sin lucidez para entender las ironías. Por otro lado, ve a un desinteresado por la tierra adquirida, sin proyectos más que el día a día con quien mantiene una mejor relación desde su regreso, situación nunca entendida por Caín ya que, como afirma en un soberbio juego de palabras, “Yo soy el derecho y él elige al desviado”.
Luego de groseros y trascendentales hechos, es Tatita quien les da (nos da) una lección acerca del funcionamiento de esta sociedad muchas veces irracional, representada en el infeliz, acumulador, miedoso, despreciador y férreo defensor de la propiedad privada, Caín, frente a quien intentó explicar, mediante palabras y rebeldías, que la forma de vivir podría ser muy otra y libre, como lo quería Abel.
Una puesta en escena magistral
Los tres actores intentan apropiarse del rol que se les asigna, logrando una participación ejemplar, donde resumen aquella intencionalidad bíblica que representa la historia de los dos hijos de Adán y Eva, así como también la cultura argentina tradicional, que conforma el pasado inmediato de esta sociedad narcotizada y de consumo, con sus defensores y detractores. Una anacronía resumida con una inmensa altura.
El texto se presenta claro y simple, aunque, como advertíamos, goza de un trasfondo complejo e histórico, convocando la necesidad de apropiarse de ciertos relatos de nuestra humanidad. Con una importante dosis de ironía, sarcasmo y paradoja, Mauricio Kartun se propone y consigue que el público disfrute plenamente la obra e invita a reflexionar acerca de nuestras prácticas y el mundo que nos rodea.
Ficha técnica
Actúan: Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel y Claudio Rissi; Escenografía y Vestuario: Gabriela A. Fernández; Iluminación: Leandra Rodríguez; Diseño Sonoro: Eliana Liuni; Fotografía: Malena Figó; Asistencia de escenografía y Vestuario: Gonzalo Palavecino y Lucía Garramuño; Prensa: Daniel Franco y Paula Simkin; Realización de Vestuario: Mirta Miravalle; Asistencia de Dirección: Alan Darling; Dramaturgia y Dirección: Mauricio Kartun.
La obra puede verse en Teatro del Pueblo (Roque Saenz Peña 943, CABA)
Jueves 20 hs.
Viernes 21 hs.
Sabados 21 hs.
Domingos 20 hs.
Entrada general: 230
Jubilados 160 (solo los jueves).
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