Por Camila Parodi y Laura Salomé Canteros /
El viernes 7 por la noche, la Policía de la ciudad de Cochabamba organizó una emboscada y cacería y golpeó y detuvo a cuatro feministas autónomas de Argentina, Chile, España y Bolivia que participaban de la marcha del Encuentro “Aquelarre Subversiva”. Tras la violencia de la represión se organiza el repudio y la solidaridad feminista nuestroamericana.
Como desde hace tres años, se realizó en Bolivia el “Aquelarre Subversiva”, Encuentro autogestivo del feminismo autónomo. El Aquelarre, tiene entre sus objetivos, la intención de generar y propiciar instancias de encuentro e intercambios feministas que posibiliten articular acciones políticas “desde la autonomía de las mujeres, el respeto por la vida, el derecho a decidir, la denuncia a la violencia sistemática del patriarcado, Estado y el capital”.
En este marco, desde los distintos colectivos y organizaciones del feminismo autónomo boliviano denuncian que, “al menos siete de cada diez mujeres sufren violencia machista”, como así también que “400 mujeres mueren al año por abortos clandestinos y un feminicidio ocurre cada tres días”. De esta manera, es urgente el encuentro así como la elaboración de estrategias de un feminismo que se pueda pensar desde las lógicas del cuidado y la defensa colectiva.
Como en los años anteriores en este tercer encuentro del Aquelarre Subversiva, que comenzó el 5 de julio en la ciudad de Cochabamba, las autoconvocadas realizaron su “Marcha de mujeres por la vida, el cuerpo, el territorio y la dignidad”, denunciando en ella la violencia patriarcal y los feminicidios. Pero lejos de ser aceptada, esta acción política se convirtió en otro chivo expiatorio más de control y disciplinamiento del movimiento de mujeres organizadas, y por eso reprimida violentamente por la policía boliviana, que avanzó contra las manifestantes con un operativo de más de 50 oficiales con palos y gases lacrimógenos a modo de cacería en el momento que la marcha pasaba por las instalaciones de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP).
Tras la represión a las feministas, cuatro de ellas provenientes de Argentina, Chile, España y Bolivia fueron detenidas por manifestarse y filmar la represión. A continuación fueron ingresadas a las dependencias de la UTOP donde las dejaron “aisladas e incomunicadas durante varias horas, sin siquiera dejarles comunicarse con las abogadas”, según repudian en un comunicado conjunto. A su vez, explican que, “durante la detención la policía intentó realizar un montaje y obtener pruebas ilícitas pintándoles las manos con aerosol y fotografiándolas con objetos que no eran suyos, incurriendo en una violencia institucional a la cual ellas se resistieron”, por lo que fueron “amedrentadas por alrededor de 15 policías” que ejercieron constante violencia psicológica.
Luego distintos traslados y procedimientos continuaron violentándolas, pero por su parte el colectivo organizado de mujeres y feministas se mantuvo en vigilia y permanente movilización exigiendo su libertad. Como si fuera poco, para garantizar la liberación, las 4 detenidas se vieron forzadas a firmar un “acta de compromiso para enmendar los supuestos daños provocados” de una suma desproporcional.
Más que represión, la emboscada para una cacería
La marcha tenía una cabecera cuya bandera decía: “Por la vida, el territorio y la dignidad”, con la que las feministas nuestroamericanas que llegaron a la ciudad recorrieron las calles de Cochabamba cantando sus consignas con entusiasmo y la alegría de estar juntas. “Una de las paradas fue frente a la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP)”, relató Eugenia Lara, integrante de la Asamblea de Mujeres de la FOB.
En julio de 2014 ocho integrantes de esa fuerza represiva especializada de Cochabamba fueron denunciados y enjuiciados internamente por el encubimiento y el abuso sexual y torturas a “Minerva”, una joven de 19 años con discapacidad intelectual que se acercó a la dependencia policial pidiendo comida. Entre los enjuiciados se encontró además el ex comandante departamental de la Policía. “El sentido era visibilizar las violaciones de policías sobre mujeres en años anteriores”, relató Lara. Durante el año pasado hubo 426 denuncias a policías por violencia hacia las mujeres, todas estas sin sentencia y con impunidad.
“Antes de la UTOP pasamos por la sede del poder judicial”, rememoró, afirmando que la voz se corrió de un edificio a otro, “nos emboscaron, sentimos que armaron una cacería, estaban esperándonos”. Agregó además que las detenciones comenzaron sin más, “aparecieron varios policías y tomaron a una compañera, y en el afan por liberarla cayeron varias mas”, “hubo una que filmó y registró como le pegaban a otra en el suelo”.
El operativo de emboscada, cacería, golpiza y detenciones contó con medio centenar de efectivos y un camión hidrante, “cuando replegamos la represión avanzó con gases lacrimógenos”, relataron las feministas, “esta es la respuesta de los Estados”. Ser reprimidas por la fuerza a la que se denuncia por violentar sexualmente a una joven es evidencia de ello. A las detenidas, que estuvieron incomunicadas durante horas, el poder judicial les exige un resarcimiento económico y un pedido de disculpas públicas. Por eso, desde quienes organizaron y asistieron al Encuentro encararon rápidamente una campaña de solidaridad sin fronteras.
“Nos salen a reprimir para silenciarnos”
“Este es un encuentro que autoconvoca a mujeres de distintas latitudes y que nos vemos para construir diferentes formas de vida y resistencia frente al sistema patriarcal, capitalista y extractivista”, caracterizó, Eliana Quiñones, integrante del Colectivo de Mujeres Libertarias Las Imillas, organizadora del Aquelarre feminista.
“Esta represión ha sido muy violenta, ha habido abogadas mujeres que entraron para defender a las compañeras y nos han dicho ´necesitamos un abogado hombre`, y así funciona esta justicia. Entre hombres van a decidir los castigos de las mujeres que salen a protestar, entre hombres van a definir cómo nos van a jalar lo oreja para que nos quedemos en la casita haciendo lo que ellos quieren”, agregó la feminista autónoma. “La policía, la justicia y este Estado que tiene una vision totalmente patriarcal”, quieren “aleccionar, domesticar y disciplinar a las mujeres que estamos saliendo a las calles a decir lo que está sucidiendo en cada uno de nuestros paises”, y por eso, “se nos pretende callar”, agregó.
“Vemos que la represión no es algo alejado que está pasando solo aquí sino que está recrudeciendo en toda América Latina frente a los movimientos de mujeres que nos estamos organizando”. Y finalizó con un pedido, “estamos muy preocupadas y llamamos a todas las organizaciones de mujeres a identificar esto no como un caso aislado, sino como un síntoma de este sistema patriarcal en cuanto las mujeres somos de los movimientos más organizados y movilizados en estos últimos tiempos, y entonces, nos salen a reprimir para silenciarnos”.
Un encuentro de feminismos autónomos
El Aquelarre Subversiva es un encuentro autogestionado para feministas autónomas que se realiza en Bolivia con la necesidad de compartir experiencias y articular estrategias con otras organizaciones. Es el tercer año que se hace y había pautados tres dias de actividades que comenzaron con la “invocación a las luchadoras”, entre las que se encontró el recuerdo y legado de Maite Amaya, travesti, piquetera y libertaria.
“Una de las mesas en las que participamos fue de las políticas antirrejas”, comentó Daisy…, integrante de la Asamblea de Mujeres de la FOB de Lugano, “contamos cómo es, desde la experiencia de cada una, el proceso de vivir presa o acompañar, como nosotras con el caso de Reina Maraz”, “una experiencia de encierro complicada”, pero “fuimos colchones para esa compañera”, una más que padeció la revictmización, “situaciones que viven las mujeres por la justicia patriarcal y discriminatoria”.
“Tras la represión pudimos resignificar el encuentro”, relataron, “volvimos a juntarnos para ir resolviendo, aportar soluciones, y ahí se nota el peso de la experiencia y la importancia de la organización”. “Siendo boliviana, volví a mi país más organizada, llegué con muchas expectativas, y me sentí bajoneada porque en mi primera marcha allí hubo represión”, contó Daisy, quien reflexionó, “cuantas cosas hay por hacer en Bolivia, ese crudo me hizo ver la realidad de las compañeras, a las que hay que hacer acompañamiento”, porque recordó, “no están solas”.