Texto y foto por Dagna Faidutti
En primera persona, como cronistas populares, reflexiones qué nos deja la represión ejecutada por la policía bonaerense hacia el final de la marcha del 30 Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata.
La violencia genera una conmoción difícil de explicar. En principio paraliza. Después angustia y entristece. Por eso hay que deconstruirla y darle sentido. Entonces pienso en una de las fotos que saqué el domingo pasado en la puerta de la iglesia: de izquierda a derecha concentro la mirada en cuatro mujeres. La primera ríe. La segunda, con el torso desnudo, levanta un frasco con pintura y grita. La tercera abraza a uno de los hombres que le reza al oído un ave maría y la cuarta, teatraliza una virgen en corpiño. Mujeres que salen a las calles desarmando la seriedad de la protesta, que le ponen el cuerpo a la lucha y se burlan de los falsos estereotipos de virgen o puta.
¿Provocación? Sí. Hace muy pocas semanas, los obispos se reunieron convocados por el Papa Francisco y acusaron a la teoría de género de todos los males de la ‘familia‘. ‘Y sí, tienen razón en parte, el feminismo y la teoría de género no tolera más la familia patriarcal y acepta y da la bienvenida a todos los tipos de familias‘, expresó la organización Católicas por el Derecho a Decidir. En su comunicado no solo repudiaron la represión policial a la marcha de cierre del 30 Encuentro Nacional de Mujeres, sino también la protección por parte de la iglesia a grupos neonazis vinculados con Carlos Pampillon, un reconocido dirigente ultraconservador denunciado por declaraciones xenófobas en contra de la comunidad boliviana, y portavoz del acuartelamiento de la policía bonaerense de Mar del Plata en 2013.
En octubre del año pasado, Pampillon protagonizó otro hecho violento en el Concejo Deliberante local ante la destitución de su presidenta, la radical Vilma Baragiola, acusada por coimas. En esa oportunidad también alegó defenderse ante la violencia iniciada por el frente contrario. Sin embargo, al igual que en esta violenta represión, las filmaciones lo desmienten mostrándolo junto a un grupo de skinheads que se encargó de repartir trompadas a concejales y empleados municipales. El mismo método, los mismos argumentos de intolerancia y violencia encubierta.
Escrache vs. Violencia
Existe una diferenciación crucial que se enmarca en la lucha por los Derechos Humanos y que se remonta a la militancia de la agrupación H.I.J.O.S durante los 90’: el escrache. Frente a los indultos menemistas y la libertad de los genocidas, la denuncia pública y directa en los lugares de trabajos y residencia. En aquella década, también esta nueva práctica política fue tildada de ‘antidemocrática‘ o ‘violenta‘ y fue utilizada como justificación frente a las numerosas represiones estatales que les tocó afrontar.
Algunos testimonios de integrantes de esta agrupación recopilados por el Colectivo Situaciones en ‘Genocida en el barrio. Mesa de escrache popular‘ (2002) evidencia esta impugnación: ‘Los escraches surgen porque esta justicia se ha dedicado a proteger a los asesinos. A los tipos estos, en vez de juzgarlos, los protege la policía‘, manifiesta uno. Y otra de las integrantes agrega: “la comparación entre violencia y escrache siempre me pareció arbitraria. Quienes realmente piensan en esa comparación, lo que en el fondo les molesta es la no subordinación a la institucionalidad”.
Entonces, volvamos a preguntarnos por qué a treinta años de ENMs, seguimos decidiendo pasar por ahí. ¿A provocar? Sí, claro. Porque tienen poder y porque lo utilizan para impedir debates e instalar y mantener modelos económicos, políticos, sociales y culturales conservadores y represivos. Hoy es la legalización del aborto, la heteronormatividad, el modelo de mujer y familia y pero otrora, las mujeres les reclamamos la participación en la vida política, cultural y educativa. O en la vida, para ser concretas. Entonces, si no hay justicia y se obstaculiza nuestro camino en la consecución de derechos, hay escrache.
‘Les hicimos el encuentro‘
El Encuentro Nacional de Mujeres reunió a más de 65 mil mujeres de todo el país que viajaron a Mar del Plata dispuestas a participar, compartir y debatir sus conocimientos y experiencias acerca de variadas temáticas relacionadas con la mujer.
Desde la organización se programaron más de 65 talleres que abarcaron cuestiones relativas a las mujeres sostenes de familia, a trabajadoras rurales y campesinas, a la participación sindical y partidaria, a la situación de prostitución, a mujeres privadas de su libertad, a la emergencia que debe pronunciarse frente a la creciente violencia que provoca un femicidio cada 26 horas y mucho más.
La conciencia de que existe un sistema político, cultural, social y económico que oprime a la sociedad en su conjunto, pero especialmente a las mujeres, como es el patriarcado, impulsa a numerosos colectivos de mujeres a superar los obstáculos que cada año se imponen para llegar al encuentro.
Las organizaciones que salieron de General Pico, debieron alojarse en Villa Gesell porque en el camino les confirmaron que el hotel contratado hacía meses, no estaba disponible. Las que salimos de Santa Rosa, debimos buscar la forma de encontrar transporte luego de ser estafadas por la empresa contratada en abril. En el camino quedaron 20 compañeras que decidieron no viajar. Y esta no es una situación específica que se dio en La Pampa sino en numerosos puntos del país.
Sumo otros ejemplos que demuestran la obstaculización de la normal realización de los Encuentros de Mujeres: la apertura se realizó en un estacionamiento ubicado en el subsuelo del Estado Mundialista de Mar del Plata. Varias de las escuelas dispuestas para alojar a las asistentes, nunca fueron abiertas.
Tampoco fue fácil asistir a los talleres, porque las mujeres superábamos la capacidad de las instalaciones o las mismas no eran habilitadas adecuadamente. Y no es falta de previsión sino una clara voluntad de impedir un encuentro horizontal, masivo y de debate, exclusivamente de mujeres.
Ester Daye, integrante de la comisión organizadora, confirmó en una entrevista realizada en Radiokermes, que el apoyo político comprometido a principios de año se truncó en los últimos días, dificultando cada una de las actividades.
Sin embargo, ‘a pesar de todo, les hicimos el encuentro‘ y fuimos más de 65 mil mujeres originarias, campesinas, sindicalistas, educadoras, comunicadoras, profesionales, artistas, villeras, burguesas, heterosexuales, lesbianas, trans y transgénero organizadas y dispuestas a volver a nuestras ciudades a seguir impulsando en las calles, en las universidades, en los barrios, en nuestros trabajos y en nuestras casas, la igualdad de géneros.
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