Por Sandra Aguilar*
Hasta mediados del siglo pasado, en América Latina, las mujeres habíamos sido históricamente marginadas del ejercicio pleno de la ciudadanía política. A partir de la sanción de leyes de sufragio femenino a lo largo del mundo, se iniciaron las primeras participaciones en las elecciones que nos habilitó tanto para poder elegir como ser elegidas. Sin embargo, el acceso a cargos representativos no estuvo garantizado, pocas fueron las mujeres representantes. Recién en los años noventa se modificó sustantivamente el porcentaje de representación y participación de mujeres en la vida política con la implementación de cuotas por sexo en las listas electorales.
Esta situación generalizada a nivel mundial tuvo su correlato en nuestro país. En Argentina la Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, estableció el voto “universal”, secreto y obligatorio. Va entrecomillado el carácter universal dado que era exclusivo para nativos argentinos y naturalizados masculinos y mayores de 18 años. Es decir que la ley 8.871 dejó fuera al menos a la mitad de la población.
Fue recién en el año 1947 que las mujeres accedimos al derecho a votar y a ser elegidas a través de la Ley 13.010 en el gobierno de Juan Domingo Perón. Esta conquista se enmarcó en una lucha que llevaron adelante las compañeras socialistas que abogaron por el derecho al sufragio de sus congéneres desde fines del siglo XIX y comienzos del XX.
A pesar de contar con este derecho, esto no implicó necesariamente que las mujeres integráramos las listas de los partidos políticos. Hubo que esperar hasta el año 1991 cuando se aprobó la Ley 24.012 de cupo femenino que estableció la obligatoriedad a los partidos políticos a incorporar un mínimo de 30% de mujeres en sus listas electorales. De esta forma convirtió a la Argentina en el primer país de América Latina en aplicar un sistema de cuotas para garantizar la participación de las mujeres en el Congreso. Es importante tener presente que antes de que entrara en vigencia la reforma, impulsada por la entonces senadora radical, Margarita Malharro de Torres, que había presentado el proyecto el 6 de noviembre de 1989, las mujeres representaban sólo el 5,4 % de la Cámara de Diputados y el 8 % del Senado.
Hecha la ley, ¿hecha la trampa?
Cabe señalar también que el hecho de figurar en las listas no implica necesariamente acceder a cargos ya que “hecha la ley, hecha la trampa”, son varios los partidos que, con el único fin de cumplir con esta normativa, incorporan mujeres a sus listas pero lo hacen en los últimos lugares de manera que son los varones quienes tienen más chances de resultar efectivamente elegidos.
De acuerdo de datos de ONU Mujeres y tomando la renovación parlamentaria del 2013, la representación de mujeres en el parlamento argentino hoy es del 36,6%.
En ese sentido es interesante destacar que por primera vez en la historia argentina, en las próximas elecciones primarias nacionales, habrá una lista que invierte el cupo, con un 70% de mujeres. Se trata de la lista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que presentó el PTS, integrante del Frente de Izquierda, para las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto, donde 2 de cada 3 integrantes son mujeres, el límite máximo permitido por la ley. Lo mismo se repite en otros distritos, como la primera sección electoral de la Provincia de Buenos Aires, el populoso partido de La Matanza o la provincia de La Pampa.
Sin embargo y, a pesar de contar con iniciativas como las del PTS, es posible afirmar que también existe un techo de cristal en términos de representación y participación política no solo en Argentina y en la región latinoamericana, sino de alcance mundial. “Techo de cristal” es un concepto que la teoría de género ha creado para dar cuenta de la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Se trata de un techo que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. En este caso sería interesante preguntarnos cuáles son las condiciones necesarias al interior de las organizaciones sociales y políticas para que se construyan liderazgos femeninos. Por otro lado es válido también interrogarnos acerca de quiénes han accedido a la representación y participación en la vida política de nuestro país en los últimos años.
Veamos algunas candidatas que se han presentado este año. María Rachid, lesbiana visible, que actualmente es legisladora por el Frente Para la Victoria (FPV), cuenta con una amplia trayectoria en el movimiento de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersex (LGBTI) argentino, promotora de la ley de matrimonio igualitario mientras fue presidenta de la Federación LGBT de Argentina, Georgina Orellano es la secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar Nacional) que este año fue como candidata a legisladora porteña en la lista del frente ALBA (Alternativa Buenos Aires). Asimismo, este año en la provincia de Mendoza se postuló la primera candidata transexual a senadora provincial Cristina Campos una militante del FPV, que fue en la boleta de Nuevo Encuentro y es líder de una cooperativa textil trans.
En común dos de ellas tienen que han desarrollado su trayectoria militante y se han construido como referentes, dentro de organizaciones de mujeres exclusivamente, como es el caso de Georgina Orellano en Ammar Nacional y de lesbianas y mujeres bisexuales como es La Fulana en el caso de María Rachid y no necesariamente dentro de la estructura partidaria del FPV. Han sido los movimientos de mujeres y el LGBTI respectivamente, los espacios en los cuales estas referentes han podido de construir su liderazgo político.
Esto nos remite nuevamente al interrogante señalado más arriba acerca de qué condiciones y cuáles son las tareas necesarias para la construcción de liderazgos femeninos en las organizaciones políticas. Y estas preguntas son válidas para todas éstas, de derecha a izquierda. ¿Se problematizan la desigualdad de géneros al interior? Por ejemplo, en muchos casos estas militantes son madres y, generalmente, por hacerse cargo de las tareas de cuidado de sus hijas e hijos quedan por fuera de los espacios de discusión y toma de decisiones. ¿Contemplan las organizaciones esta situación para habilitar los espacios para que las mujeres también puedan participar? ¿En qué horarios son las reuniones? ¿Cómo se forma un “cuadro” mujer? ¿Cómo se forja una mujer militante? ¿Existen estructuras dentro de las propias organizaciones que habiliten el ascenso de mujeres a los cargos de conducción?
¿Cuál es la situación de representatividad de las mujeres en las PASO el 9 de agosto?
Este domingo de 13 precandidatas/os a presidentes/as solo 3 son mujeres. Por Cambiemos se presenta Elisa Carrió, en el caso de Progresistas Margarita Stolbizer y finalmente: Manuela Castañeira por el Nuevo Más.
De acuerdo a los números que arrojan las encuestas una o ninguna de ellas tiene posibilidades de reales de superar las PASO y estar en la recta final de las elecciones que serán en octubre.
Al mismo tiempo, cabe analizar la situación en términos cuantitativos de las pre-candidatas a vice-presidentas donde sobre un total de 13, solo 5 son mujeres. Myriam Bregman acompaña a Nicolás Del Caño en una de las listas del FIT, en este caso del PTS. Gabriela Michetti va junto a Mauricio Macri en Cambiemos. Para el Frente Popular donde encabeza Víctor De Gennaro, Evangelina Codoni es su compañera de fórmula. El MST-Izquierda Unida que lleva a Alejandro Bodart como presidente es acompañado por Vilma Ripoll. Por último, el frente electoral Unidos por Una Nueva Argentina (UNA) en las dos listas ha presentado fórmulas varón-mujer. Por un lado, Claudia Rucci será compañera del gobernador de la provincia de Córdoba Manuel de La Sota. Mientras que, por otro lado, la diputada nacional de San Luis por el partido Alianza Compromiso Federal, Liliana Negre de Alonso irá con Adolfo Rodríguez Saá.
Las feministas sabemos que ser mujer no implica ser feminista. Y que entonces la ley de cupo tampoco nos garantiza necesariamente contar con representantes dentro del poder legislativo, que sean sensibles a nuestras demandas. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo de la diputada Liliana Negre de Alonso que es miembra del opus DEI, férrea opositora a la legalización del aborto, al matrimonio igualitario en el pasado.
Creemos entonces, que es necesario avanzar en las agendas feministas al interior de los partidos políticos y de las organizaciones sociales; así como también cuestionar y modificar las estructuras organizativas para crear espacios para que las mujeres podamos participar de la vida política en posiciones de liderazgo.
*en Desde el Fuego