Por Julia Giménez desde Brasil /
La unión antifascista de las mujeres y el movimiento feminista puede ser clave para el resultado de las elecciones en Brasil. A una semana de las presidenciales, se realizará mañana una marcha que promete reunir a miles en las calles en rechazo del machofacho de Bolsonaro.
Supe de la existencia de Jair Bolsonaro como se sabe de la existencia de la mayoría de los hombres blancos que habitan parasitariamente el sistema político brasileño: a partir de un escándalo que explotó en las redes sociales.
Siendo diputado por Río de Janeiro, Bolsonaro aparecía en una grabación realizada por la propia TV Câmara en el Día Internacional de los Derechos Humanos refiriéndose por micrófono a la diputada María del Rosario (PT, Rio Grande do Sul) que en ese momento se estaba retirando de la sala, de la siguiente forma: “No salga de aquí, no, María do Rosario. Quédate. Hace unos días, vos me llamaste de violador en el Salón Verde, y yo dije que no iba a violarte porque vos no lo mereces. Quédate aquí para escuchar”. El caso, como otros, pasó a la justicia.
En 2014, Bolsonaro fue el diputado federal más votado en el estado de Río de Janeiro. Hoy es el candidato con mayor intención de votos según las frenéticas encuestas que brotan a menos de dos semanas de lo que algunos entienden como la elección más importante desde el retorno de la democracia a Brasil.
¿Como un Capitán de la Reserva del Ejército que apenas sabe articular palabra, no sabe de educación, ni de salud, ni de economía, que considera la tortura como una práctica legítima, fue electo siete veces diputado federal por Rio de Janeiro y hoy lidera -aunque hoy ya estancado- la disputa presidencial? La situación preocupa no sólo por ignorancia del sujeto en cuestión, sino porque la democracia, si es que existe después del impeachment a Dilma Rousseff, prende de un hilo.
Recuerdo que días después del Golpe, en la esquina de mi antigua casa, apareció un graffiti que decía: “Nada novo em 400 homens brancos decidirem o destino do Brasil”. Sin duda Bolsonaro es uno de ellos, quizás de los más violentos. Cabe mencionar que uno de los momentos más vergonzosos y dañinos del Impeachment fue protagonizado por el propio Bolsonaro cuando en su voto a favor del proceso contra la presidenta homenajeó al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, ex-jefe del DOI-Codi durante la dictadura brasileña y acusado de comandar torturas, en los años en los que Dilma se encontraba en la condición de presa política.
En un país altamente militarizado como Brasil, la doctrina del gatillo fácil, la mano dura y del “que vuelvan los milicos” estructuran la propuesta del candidato del Partido Social Liberal. La realización de manifestaciones racistas, homofóbicas, misóginas y los gestos con los dedos como si tuviese armas hacen parte del reducido repertorio del candidato que lidera con el 28% de las intenciones de votos, seguido por Fernando Hadad (PT) junto a Manuela D´Avila (PCdoB) al comando de la candidatura presidencial del Partido de los Trabajadores, con 22%.
En medio de un torbellino de noticias, una cuchillada confusa y un sinnúmero de debates y actos políticos, los indicadores dieron un momento de respiro: las mujeres brasileñas suman cerca del 53% de población electoral brasileña, los índices de preferencia de voto entre el electorado femenino cae al 18% y el rechazo entre las mujeres alcanza el 60%.
Fue el 30 de agosto pasado, a partir de la creación de un grupo de Facebook llamado “Mulheres Unidas contra Bolsonaro” que comenzó un proceso de organización y difusión de la campaña que hoy reúne mujeres auto convocadas, movimientos sociales, grupos LGBTTIs, organizaciones de negras y negros, partidos de izquierda y sindicatos, hoy sintetizados en el hashtag #EleNão y en los cientos de eventos que circulan por las redes sociales manifestando el rechazo a Bolsonaro que el próximo sábado 29 de septiembre, a una semana de las elecciones, promete reunir miles y miles de personas en las calles de todo el país.
Aunque no existe un acuerdo dentro del campo popular en torno a qué SI hacer frente a los próximos comicios (pesadilla que elección tras elección se repite dentro de la izquierda), la bandera levantada por las mujeres en torno a lo que NO hacer acabó generando una amplia unión – una unión antifascista – que puede tornarse clave en esta lucha por el retorno democrático a Brasil (que sabemos que no concluye en las elecciones de octubre).
A pesar de las amenazas, hackeos y agresiones (como la que sufrió una de las administradoras del grupo “Mulheres contra Bolsonaro” en la ciudad de Rio de Janeiro) numerosas artistas y figuras mediáticas han salido a manifestar su apoyo a la campaña como las actrices Deborah Secco y Camila Pitanga, la cantora Maria Gadu y Anitta, Preta Gil, Ivete Sangalo e Claudia Leitte que se posicionaron públicamente, así como también consiguió fuerte apoyo y repercusión internacional.
Frente a tanta incertidumbre un punto unifica: Bolsonaro es un retroceso. En un país que registra más de 600 casos de violencia contra mujeres y 150 son víctimas de violaciones por día, que en 2017 contabilizó más de 180 asesinatos de travestis y transexuales, donde cada vez son más los millones que se gastan en las balas que matan cotidianamente a la juventud negra de la periferia al tiempo que la desigualdad económica se profundiza, #EleNão #EleNunca. Ni en Brasil ni en ningún lugar.