Por Mauricio Polchi
Nació en Tucumán y se crió en Buenos Aires. La referente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L.) siempre reivindicó su identidad de género autopercibida como mujer trans. Este martes fue hallada sin vida en su domicilio particular. “Fue un travesticidio”, dicen sus compañeras.
Proveniente de Tucumán, Diana Sacayán tenía menos de un año cuando migró de su tierra ancestral al partido de La Matanza para radicarse con su familia en los suburbios de Gregorio de Laferreré. Descendiente de Diaguitas, vivió en la pobreza del conurbano bonaerense, y habitó con sus padres una casa humilde y pequeña. En esa zona, se prostituyó por primera vez. Era una criatura aún, solo tenía 15 años. Tuvieron que pasar otros tantos, sufrir la persecución policial y caer presa varias veces, para comenzar la resistencia.
Víctimas de la exclusión, en Argentina, el promedio de vida de una persona trans es de 35 años. Diana, que evitó engrosar esa dolorosa estadística, padeció otro flagelo: el femicidio, esa epidemia que mata a una mujer cada 30 horas. Este martes 13 de octubre de 2015, su cuerpo sin vida y “con signos de violencia” fue hallado en su domicilio particular.
Si bien la investigación de la muerte de la líder de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y Bisexuales (ILGA) y activista del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L.), quedó a cargo del fiscal Matías Di Lello, la titular de la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), Mariela Labozzetta, pidió intervenir para proceder de acuerdo con el protocolo para casos de femicidios. “Diana tenía muchas ganas de vivir. Por eso decimos que fue un travesticidio. No hay otra razón por la que ella haya muerto”, expresó su compañera Lohana Berkins.
Sacayán fue encontrada en el departamento de la avenida Rivadavia al 6700, en el barrio porteño de Flores, luego de que el encargado del edificio diera aviso a algunos allegados de la militante trans, tras encontrar la puerta de la vivienda entreabierta.
Según informaron fuentes judiciales, efectivos de la comisaría 38 de la Policía Federal (PFA) y médicos del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) constataron que Sacayán estaba muerta de al menos un puntazo en el cuerpo.
La dirigente del M.A.L., quien en 2012 recibió de manos de la presidenta Cristina Kirchner su nuevo DNI, había celebrado a mediados de septiembre la sanción de la Ley Cupo Laboral para Personas Trans en la Legislatura bonaerense, que aseguraba un cupo mínimo de puestos laborales para trans, travestis y transgéneros en la administración pública provincial.
“Ahora se puede pensar a la comunidad trans en un lugar igualitario en el ámbito laboral” para cortar con la “ubicación del colectivo en el ámbito de la prostitución, que actualmente alcanza al 95 por ciento de las trans”, destacó Sacayán en aquel momento. “Fui prostituta más de 15 años”, puntualizó, y a partir de su maldita experiencia asumió con autoridad su postura para rechazar la reglamentación prostibularia como una actividad laboral.
La militancia, y su formación en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, a través de la carrera de Educación Popular, le permitieron en 2012 postularse como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza. Había trabajado en el INADI, en el programa de la diversidad sexual. También había colaborado en el suplemento Soy, de Página/12, y en la revista El Teje.
En 2007, M.A.L. logró que el Ministerio de Salud bonaerense emitiera una resolución para que en los hospitales a las personas travestis o transexuales se les respete la identidad autopercibida.
“No hay razón por la que ella haya muerto. Es el odio que la sociedad siente por nosotras, abonado por algunos candidatos y los fundamentalismos religiosos. Falta mucho por cambiar”, dijo Lohana, que hoy es directora de la oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual del Observatorio de Género de la Justicia porteña. “A pesar de lo que dice la Iglesia católica de nosotras, le vamos a dar cristiana sepultura”, ratificó.