Por Francisco Parra
Se vienen nuevos tiempos en la isla: Los recientes acercamientos entre Cuba y EE. UU. no han dejado indiferentes a nadie, el presidente Raúl Castro anunció para abril próximo el VII Congreso del Partido Comunista Cubano y una nueva generación de jóvenes se alista para encabezar el gobierno.
“Los cambios tienen que ser económicos, pero no ideológicos. No se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así”.
La frase refleja con una exactitud inusitada la realidad que hoy se vive en Cuba. No la dijo Fidel, Raúl ni nadie de la dirección del PC. La dijo Ramón, contador cubano e ingeniero de Baracoa, citado en la edición de julio de Le Monde Diplomatique.
Es esa mezcla entre esperanza y escepticismo lo que provocan los acercamientos entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama. La reapertura de las embajadas diplomáticas en ambos países el pasado 20 de julio es un paso más en la normalización de relaciones iniciada en diciembre pasado, que ha tenido hasta ahora el encuentro de ambos mandatarios en la VII Cumbre de las Américas y el retiro de Cuba de la arbitraria lista de países patrocinadores del terrorismo.
Para el 14 de agosto está anunciada la visita del secretario de Estado John Kerry a la isla, con la posibilidad aún abierta de la visita del propio Obama a la isla antes de que termine su mandato. Aunque, para Cuba, la normalización de relaciones solo estará completa con el levantamiento total del bloqueo económico, comercial y financiero y la devolución de la base naval de Guantánamo.
Y todo parece ir en esa dirección: pese a la oposición conservadora de los republicanos, el establishment estadounidense presiona activamente para que se levante el bloqueo y se abra un nuevo mercado para los capitales del país del norte. Encuestas estiman que un 60% de la población de EE. UU. está de acuerdo con levantar el bloqueo. Y las medidas administrativas ya tienen efectos. Tras las primeras conversaciones, Obama flexibilizó la política de prohibición de viajes de estadounidenses a la isla, lo que permitió un aumento de 54% de visitantes de dicho país a la isla solo entre enero y julio, según un estudio de la Facultad de Turismo de la Universidad de la Habana.
Se estima que si se liberan completamente los viajes a Cuba, la llegada de turistas estadounidenses sería en promedio 500 mil al año, lo que significaría frescos recursos para una economía estancada.
Apertura a mercados
Las empresas estadounidenses quieren invertir en Cuba. Y Cuba está abierta a la inversión de capitales extranjeros. Así lo viene demostrando desde hace un par de años con la creación de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, creada para atraer la inversión extranjera con facilidades como la exención de pago de utilidades por 10 años, no pago de impuestos sobre ventas durante un año, importación de equipos y bienes sin pago de arancel.
En 2014 se aprobó la Ley de Inversiones Extranjeras que les entrega garantías como pago de 15% de impuesto a empresas que inviertan en Cuba y la autorización de llevar su propia mano de obra para desarrollar construcciones. Esta ley limita el capital internacional al 49%, dejando el 51% en exclusividad del Estado Cubano; algunas áreas consideradas fundamentales para el socialismo cubano están excluidas, como ser la educación y la salud, entre otras.
Estos cambios responden a los lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista Cubano, que reconoció en 2012 que la economía pasaba por una profunda crisis de productividad y decidió dar paso a inversiones extranjeras y “considerar formas no estatales de gestión donde sea conveniente”.
VII Congreso del Partido
El socialismo en Cuba está en disputa. La burocratización y corrupción en aparatos del Estado es un problema reconocido en la isla. Sumados a una economía estancada, un sector privado en constante crecimiento y la entrada de capitales extranjeros, surgen dudas sobre el futuro del socialismo cubano. La oposición ya se hace sentir y demanda la disolución del Partido Comunista y la adopción de una economía de mercado y garantía de la propiedad privada.
El VI Congreso ratificó que temas como la educación, la salud y la previsión no pasarán a manos privadas, pero también marcó la definición de abrirse al mercado mundial. Una economía necesariamente dependiente por las características de la isla y por las condiciones que provoca el bloqueo, obliga a pensar las estrategias para sostener el sistema socialista en Cuba. El escenario actual se enmarca en la complejidad de la Revolución Bolivariana en una situación de estancamiento y de crisis interna, donde Cuba no puede apoyarse como hace unos años.
Raúl Castro anunció hace unas semanas la realización del VII Congreso del Partido para abril próximo, tal vez el más importante en los más de 50 años de revolución socialista. En la ocasión se hará un balance de lo que fue el documento de Lineamientos de la Política Económica y Social del último Congreso.
La cita de abril será fundamental para ratificar los principios socialistas que ha levantado Cuba todo este tiempo. Y también lo será para el futuro: en 2012 Raúl Castro anunció un máximo de dos períodos de cinco años para detentar cargos en la isla. Lo que significa que en 2018 habrá una sucesión en el poder de toda una generación nacida después de la revolución que viene a reemplazar a los líderes salientes, que la mayoría supera los 80 años.
Será esta nueva generación la que liderará un Congreso que deberá armonizar la nueva realidad económica del país con la continuidad del socialismo y la revolución. Nombres como los del vicepresidente Miguel Díaz Canel, el canciller Bruno Rodríguez, el ministro de Economía Marino Murillo y los hijos del actual mandatario, Alejandro y Mariela Castro, parecen ser los llamados a liderar una nueva época de la isla.