Por Gastón Ceruti*
El Conservatorio Superior Manuel de Falla sufre las consecuencias de las políticas macristas. Un recorrido por su historia y su actualidad donde los estudiantes organizados buscan ser escuchados por las autoridades.
Una breve reseña histórica
El Conservatorio Superior Manuel de Falla es una de las casas de estudio más importantes y antiguas de la ciudad de Buenos Aires. Depende de la Dirección General de Enseñanza Artística (DGEArt) del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y cuenta con un abanico de profesorados y tecnicaturas superiores que abarcan desde la música académica y la música antigua, a la música popular argentina y el jazz.
Tiene una nómina de 300 profesores y su matrícula es de casi 3000 estudiantes. Durante más de 80 años, gracias al crecimiento progresivo de la matrícula, el Falla circuló por distintos edificios de la ciudad. En 2003, el gobierno porteño comenzó a gestionar la compra de un edificio propio para instalar definitivamente al conservatorio y, mientras tanto, decidió trasladarlo “temporalmente” al edificio ubicado en Gallo y Sarmiento, edificio que pertenece al Conservatorio de la Ciudad Astor Piazzolla.
Pero la compra del edificio propio para el Falla nunca se concretó, y actualmente las dos casas de estudios funcionan como pueden en el mismo edificio. Entre los muchos inconvenientes está el que el lugar no está preparado para la enseñanza musical, las paredes de las aulas son de durlock y no están acustizadas (por lo que resulta muy difícil el dictado de clases musicales), no posee un auditorio en condiciones para los conciertos de examen ni las muestras de los estudiantes. Tampoco alcanzan las aulas para la cantidad de alumnado, al punto de que algunas orquestas del conservatorio suspendieron la actividad porque no tienen espacio para los ensayos.
En contraste, como única respuesta a los reclamos por el edificio propio, a fines de 2013 el Ministerio decidió comenzar una obra para acustizar trece aulas que comenzaba en el tercer piso del edificio de Gallo para ir bajando hasta el primero. Pero la obra –que llevaría 6 meses– se encuentra totalmente paralizada, el tercer piso está cerrado e inutilizable y las condiciones de cursada de los dos conservatorios se hace cada vez más insostenible. Ante los insistentes reclamos, desde la DGEArt ya dijeron en varias oportunidades que el proyecto para las obras en el segundo y el primer piso ya no se van a realizar y no dan información oficial de qué va a suceder con las obras del tercero. Tampoco se sabe qué hicieron con los 8 millones de pesos que, en teoría, se habían asignado a las obras. La matrícula de ambas casas de estudio crece exponencialmente cada año, lo que lleva a pensar que la situación va a ser cada vez peor.
Para completar el panorama, no se cuenta más con la Sala Alberdi, que funcionaba hasta hace unos años en el sexto piso del Centro Cultural General San Martin (CCGSM); una sala con capacidad para 250 personas que había sido destinada como extensión para que las escuelas dependientes de la DGEArt (el Falla, el Piazzolla, el Instituto Vocacional de Arte, la Escuela Municipal de Arte Dramático) pudieran brindar conciertos, obras de teatro y demás producciones generadas por los estudiantes, además de ofrecer talleres gratuitos a toda la comunidad. En 2013, y mediante una brutal represión en la que hubo heridos con balas de plomo, el gobierno de Macri desalojó la Sala que había sido tomada y era autogestionada por estudiantes y artistas que habían decidido hacerlo por el abandono total que el espacio sufría por parte del gobierno.
Pero esta política de vaciamiento de la educación pública tiene otro lugar por el que colarse: la crisis presupuestaria. El presupuesto asignado a la DGEArt es ínfimo y no alcanza para cubrir las necesidades básicas de los institutos y a medida que pasan los años el poco dinero asignado a las escuelas de arte tiene un valor real cada vez más bajo. Además, la escasez de empleados administrativos generó en los últimos años un caos en ese sector, ya que cada vez es mayor la demanda de tareas y no se reemplazan los cargos vacantes por renuncia o jubilación.
La lucha estudiantil
En 2009 se conformó el CEMFa (Centro de Estudiantes del Manuel de Falla) y empezó una lucha por la solución de todos los problemas que arrastra el conservatorio gracias a las políticas de vaciamiento que ya fuimos describiendo. En 2013, a raíz de la toma de la Sala Alberdi, se creó Clave Artística, la coordinadora de centros de estudiantes de las escuelas de arte de la ciudad (CEEMAD en la Escuela de Artes dramáticas y CECAP en el Piazzolla).
Desde Clave Artísitica las y los estudiantes encaramos la lucha contra las políticas del gobierno desde distintos frentes, movilizando a las puertas de la legislatura porteña, realizando conciertos de las orquestas en la calle, ollas populares, obras de teatro. Se creó además una comisión de estudiantes encargada de visitar a las y los legisladores porteños para explicar la situación y buscar apoyo en las sesiones de votación de presupuesto; así logramos un incremento del porcentaje para nuestros institutos.
Por otra parte, el año pasado el CEMFa comenzó a coordinar su lucha con la asamblea de vecinos de Balvanera, organizados para frenar la construcción de un microestadio en la manzana comprendida entre Av. Jujuy, Av. Belgrano, Catamarca y Alsina. Las y los vecinos elaboraron un proyecto alternativo, donde entre otras cosas se propone construir el edificio propio del Falla. Mientras para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la enseñanza pública, la formación docente, el arte y la cultura siguen siendo temas sin importancia, estudiantes, artistas, vecinas y vecinos nos seguimos uniendo por el un futuro con arte, música y construcciones conjuntas.
*Militante del Centro de Estudiantes del Conservatorio Manuel de Falla