Por Cezary Novek. Marcha dialogó con la autora de Kiki 2, un diario íntimo novelado que comienza como un experimento psicomágico y termina volviéndose una radiografía sexual y sentimental.
Se la conoce como Cuqui, a secas. Su currículum de obras y publicaciones es más que elocuente. En poesía: Cuando explota un globo (Ed. del Boulevard, 1999), D.I.F.M.M. (inédito), Lavados vaginales (Vox, 2003), 5 singles literarios (inédito), Enmoñada (inédito), Naranja verde amarillo/ naranja verde rojo (Ed. Huácala Capirote, 2002), Singlista (Coedición Ferreyra – El cíclope, 2006), Actriz de reparto (La creciente, 2004); misceláneos: A mí me picó una araña (Eloísa cartonera, 2005), Fruta fermentada (Coedición La creciente – Huácala Capirote, 2006); narrativa: Masturbación (Eloísa cartonera, 2005), Kiki (Ed. Huácala Capirote, 2008), Kiki 2 (Nudista, 2012), Desierto dividido en centímetros por piedras (La Sofía cartonera, 2012 – UNC).
No conforme con ser una de las autoras más prolíficas de Córdoba, su obra se multiplica en heterónimos con producciones completas como Informes a la crema (La tía, 2011-Córdoba) y Natsuke Miyoshi, Poesía completa (Babel, 2012), como Natsuke Miyoshi; He said the last Word in a car (inédito), como Karen Smith o Festival de poesía (Ilustraciones de Juan Tardivo-Dínamo poético, 2013) y Almita (inédito) como Alma Concepción. Por razones de espacio, omitimos los títulos de recopilaciones y antologías en las que participó, así como también la interminable lista de performances y exposiciones de artes visuales realizadas en la última década.
Marcha la entrevistó a raíz de la lectura de Kiki 2 (publicada en Córdoba por editorial Nudista en 2012, aunque se consigue también en Buenos Aires), una novela experimental que se lee sin parar de principio a fin. La crudeza sexual con la que arranca va cediendo el paso a través de las páginas a niveles aún más profundos de exposición y desnudez, sin perder el rumbo de la idea original. Hay un interesante juego con diferentes recursos literarios, confesionales y sentimentales. La autora respondió con paciencia todas y cada una de las preguntas de la extensa entrevista. Los dejamos aquí con la primera parte.
¿Podrías describir cómo es la relación de Kiki 2 con Kiki?
Kiki no se consigue porque hice una tirada de 40 ejemplares. Me llama la atención que muchas personas me reclamen una segunda edición porque a nivel general mis libros no se venden, no son leídos. Incluso me doy cuenta de la falta de lectores en las presentaciones: no pasan de 4 personas, excepto que se haga la trampa de una presentación con otro autor que, ante mi escasez, siempre me es conveniente. O más o menos… porque hay que minimizar las performances. Kiki es un acto de psicomagia que me auto receté para sanar algo de mi sexualidad; Kiki 2 un poco también, pero es otra cosa. Kiki 2 es un libro performático por la gestación (puesta del cuerpo), pertenece a algo que denomino “género psicótico”, es un análisis etnológico de la sociedad contemporánea, también una crónica, hasta novela de no ficción si se quiere.
Kiki 2 se puede leer de modo independiente. No creo que haga una trilogía aunque sí exista la idea en mi cabeza, porque a nivel creativo funciono con el dos. No sé por qué, aún no lo he analizado. Ya me pasó con otros libros: D.I.F.M.M./Lavados vaginales y A mí me picó una araña/Fruta fermentada. Los libros salen solos, siempre es lo que me obsesiona en cada momento. Como te decía: la primera son directamente anotaciones del acto de psicomagia; la segunda es más complejo.
Una pregunta más personal: más allá de la novela fruto de tu experimento ¿Qué cosa buscabas exorcizar o encontrar en el proceso?
Kiki y Kiki 2 son diarios íntimos. Si van a denominarlos “novelas”, que se aclare: “novelas de no ficción”. No tienen nada inventado, son 100% reales. Son transcripciones de mis diarios íntimos. Hay selección y hay corrección -palabras repetidas, comas, cosas mínimas–. Les cambié los nombres a los chicos para cuidarles la identidad, pero sinceramente son personas que yo no conozco, vaya a saber si los nombres que me dijeron eran los reales. El móvil que dio pie a los libros es un conflicto sexual que tenía en ese momento y que el arte -la escritura y la performance o la escritura performática– me ayudó a sanar. Escribir me ayuda como prueba: eso que pasó es verdad, yo no me lo inventé.
¿Hubo intención consciente de retratar el espíritu de las relaciones chico-chica en nuestros días o tus conclusiones reflejan involuntariamente todo eso como una especie de diagnóstico de la época?
No creo en lo único. O creo que los únicos se pueden unir en un grupo de únicos, por lo tanto no son únicos. Con Kiki yo pensaba que me veía patética. Es verdad que sí. Con Kiki 2 también, pero me veo. No ando mostrando mi mejor perfil en Facebook. Soy tarotista y analizo árboles genealógicos. Hablaba y hablo con mis amantes ocasionales, sé lo que pasa de primera mano. Realmente soy como la carta dos del tarot -bueno, ahí tenemos una pista de estos “dípticos” –, La Sacerdotisa: no ando con velos, veo la realidad como es. Es natural que la gente se sienta identificada y se vea. Los que dicen que no, bien por ellos. Pero antes de creerles me gustaría verlos teniendo sexo. Que me dejen ir a ver. Son como esos videos porno amateur: una actriz porno de verdad hace cosas que una amateur nunca haría. Sasha Grey es una puta con corona, las otras están actuando y se les nota. Todo el mundo busca amor pero en proyecciones, en verdad buscan a la madre y al padre, y al amor que no les dieron. En los casos más graves, buscan los castigos que recibieron en la infancia.
Utilizás gran variedad de recursos narrativos ¿Hay una influencia de Manuel Puig en tu obra? ¿Te gusta incluir nuevos formatos de comunicación o es algo meramente funcional a la historia que contás?
Me gusta Manuel Puig, pero las estéticas de Kiki y Kiki 2 no fueron premeditadas. Yo sólo quería tener registrado TODO lo que me pasaba. Como fuera. Son libros totalmente viscerales. A veces escribía llorando, o todavía enchastrada de semen, o con la última energía de haber bailado en un boliche y luego tenido sexo en un hotel, cuando me acordaba de algo empezaba con las postdatas. No quería olvidarme de nada, a veces por enamoramientos fugaces y otras para tratar de entender.
Escribiste poesía con más de un heterónimo, cerrando esos proyectos en obras completas ¿Fue una manera de jugar a vivir otras vidas o te interesaba explorar los límites de tu propia versatilidad?
Siempre quise y quiero ser otras personas. Lo manifiesto en personajes -caracterizada en fotografías- y también en los heterónimos. Como me cuesta escribir ficción, creo una ficción más grande. Es ridículo que no pueda escribir un cuento o una novela y que todo el tiempo me esté imaginando cosas. En cuanto a las obras completas, bueno, siempre me gustaron ese tipo de libros y el único modo de que existan es que uno ya esté muerto. Pero yo quería ver las mías y también ser sádica. Por ejemplo con Natsuki Miyoshi: tenía en mis manos todo lo que ella había escrito en su vida y nadie le prestaba atención. Muchos escritores fantasean con el reconocimiento post mortem pero como a mí me gusta ver la realidad de frente, es fascinante tener la obra completa de alguien y que sea irrelevante. Es fuerte, es saber mi futuro ahora. En los últimos años he trabajado el ser invisible o una muerta que deambula entre vivos. Así surgió Alma Concepción que es heterónimo/alter ego. Ella va escribiendo libros, no hizo una obra completa, no sé cuándo va a morir.