Por Laura Salomé Canteros – @laurasalome
Alfredo Cuellar es luchador por los derechos de las personas privadas de su libertad además de ser el padre de “la China”. Denuncia que a su hija la golpearon y dejaron agonizar agentes del servicio penitenciario en la Unidad IV de Ezeiza el 23 de diciembre de 2012 y que luego intentaron disfrazar la situación como un suicidio. A tres años se realizarán diferentes acciones en reclamo del esclarecimiento de su muerte.
Cumplir una pena privativa de la libertad no tiene nada que ver con perder la vida y los asesinatos, las torturas y los malos tratos en los penales también constituyen terribles violaciones a los Derechos Humanos, ejercicios brutales de la violencia de las instituciones y el abuso de poder por parte de sus funcionarios/as para mantener bajo control un orden sobre los cuerpos que además está legitimado socialmente.
La frecuencia y la contundente potencia de las violencias ejercidas por el poder carcelario en forma institucional, física, psicológica, sexual y simbólica es desplegada en un ámbito donde las mujeres en su mayoría ya han sido previamente víctimas de violencias. Son pobres, desempleadas, con escasa educación formal o que han permanecido ajenas durante toda su vida al acceso de cualquier tipo de política social de carácter inclusivo.
En este marco, las instituciones de encierro, lejos de revertir estas realidades, reproducen la discriminación y las desigualdades y perpetuán las estructuras dominantes; el aislamiento como mecanismo de castigo se convierte en una medida sistemática de sanción que solidifica el doblegamiento de las mujeres y las personas del colectivo lgtbi.
“Sigo esperando que me comuniquen su muerte”
Alfredo Cuellar aprendió a reflexionar y a ser un luchador contra este aparentemente legitimado sistema del terror. El 23 de diciembre de 2012 se enteró por un llamado no oficial que “algo había pasado” con su hija de 23 años, Florencia, “la China”, privada de su libertad desde 2007 en el Complejo Penitenciario IV de la ciudad de Ezeiza. Acudió inmediatamente al penal y hasta el día de hoy, a pesar de haberse entrevistado con altos funcionarios, aún no recibió la confirmación oficial de parte de la fuerza de la muerte de su hija. Había estado hablando con ella horas antes de su deceso, “ella murió el domingo 23”, relata.
“Nuestra última comunicación fue esa misma madrugada. Como siempre, hablamos de cómo estaba, de nuestras cosas y muchas pavadas como para sacarla del lugar de encierro. Ella estaba bien y hasta planeamos hablar por teléfono el 24 a las 12 de la noche por la navidad. Iba a ser la madrina de mi nieta por lo que estaba muy contenta”.
Cuenta Alfredo que cuando llegó a Ezeiza a averiguar qué había pasado con su hija, los agentes estuvieron más de una hora para darle algún tipo de información. “En un momento empecé a decir que yo de acá no me iba sin hablar con el director del Servicio Penitenciario Federal. A la media hora, aparece un oficial con una veintena de policías custodiándolo y le digo que necesito que me dé explicaciones por lo que le pasó a mi hija, pero lo cierto es que me trataron como un delincuente cuando quienes tenían y tienen que dar explicaciones son ellos”. Ese funcionario le dijo que se tenía que dirigir al juzgado, “no tuvo el valor de decirme nada a pesar de que es su deber informar sobre la integridad de las personas que tiene a su guarda en un penal”. Y sigue relatando: “En ese momento escucho un revuelo y veo que sacan a una piba en ambulancia. Yo de esto no sabía nada, era mi hija. Y me fui sin una respuesta”.
Alfredo apenas sabía que su hija había fallecido y ya comenzaban a maltratarlo y a violentarlo desde las instituciones. Cuando fue a buscar el cuerpo de la China a la morgue judicial “quisieron que firme el suicidio”. “Me dijeron que se había ahorcado con un cordón de zapatillas a lo que respondí que era imposible ya que la China pesaba más de 80 kilos y tenía golpes en el torso”. Exige que los poderes actúen en forma imparcial y cumplan con sus funciones en la investigación de las circunstancias que llevaron a la muerte de su hija. Sospecha que hubo irregularidades, que no se respetó la escena del suceso y que hubo encubrimiento y abandono de persona. “Mi hija apreció bañada, cambiada y arriba de la cama”, contó.
Las olvidadas entre las violentadas
El “Ni una menos” no reclamó por ellas. En la semana se dio a difusión la situación en la que transita la pena privativa de la libertad Rosa Rosadilla. Ella tiene 60 años y realiza desde el 17 de diciembre una huelga de hambre en la Unidad 46 de San Martín en reclamo de atención médica. Padece un enfisema pulmonar que requiere tratamiento diario de forma urgente, demanda que está siendo negada por el Servicio Penitenciario, en este caso Bonaerense. Rosa, forma parte del taller de artes visuales de la organización Rancho Aparte y en solidaridad con su situación la Comisión Provincial por la Memoria presentó un hábeas corpus ante el TOC 3 de San Martín, que aún no tiene respuesta.
Manguerazos o palazos, requisas colectivas, presencia de personal masculino, traslados por distintas unidades carcelarias en forma arbitraria sin control judicial alguno, privación de ver a familiares, hijas/os y/o amigas/os, de realizar llamadas telefónicas, etc. forman parte de la batería de invasiones disciplinarias sobre el cuerpo y territorio de estas mujeres que en muchos casos se lleva sus vidas. Este tipo de castigos denunciados se producen bajo el supuesto de mantener la “seguridad de la institución carcelaria” hacia aquellas que se atreven a denunciar los abusos cometidos por integrantes del Servicio Penitenciario, las y los carceleros, las y los verdugos.
Triste deuda de la democracia, entre 2009 y 2012 fueron halladas sin vida nueve mujeres en el Complejo penitenciario IV de la ciudad de Ezeiza. Ninguno de los fallecimientos fue esclarecido. En el caso de “la China”, Alfredo sospecha que a su hija la golpearon y dejaron agonizar agentes del servicio penitenciario para luego disfrazar la situación como un suicidio.
No bajar los brazos por las que luchan
El sábado 26 se realizará desde las 15 un encuentro con familiares de víctimas de la violencia institucional en el que se reclamará el esclarecimiento del asesinato de la joven y además se repudiarán las torturas y represiones en democracia. Será en la Asamblea de Villa Urquiza, Av. Triunvirato 4778, CABA y se realizará una “charla con ex detenidos, familiares de víctimas del sistema carcelario y distintxs actorxs de la lucha anticarcelaria”, proyecciones y una cena solidaria.
“Las pibas que mueren en las cárceles son las que luchan, son las que protestan, son las que constantemente están reclamando por sus derechos. Las eliminan porque es una forma de reafirmar quienes son los que mandan. Y esto también es represión en democracia”, afirma Alfredo Cuellar.
El reclamo por el avance de la causa para el esclarecimiento de la muerte de “la China” Cuellar forma parte de los repudios de víctimas y familiares de víctimas de la violencia institucional y el abuso de poder. Se exige a la par del cese de los casos de gatillo fácil, de la criminalización de la juventud y la pobreza, de la desmilitarización del SPF a la vez que se denuncian las constantes amenazas y persecuciones a familiares y luchadores/as por los Derechos Humanos.