Por Aníbal Garzón
Terminada la jornada electoral en los 8122 municipios del Estado Español y en 13 comunidades autónomas en la que más de 35 millones de españoles estaban llamados a las urnas empiezan los análisis post-electoral de los resultados obtenidos.
Diferentes periodistas, sociólogos, politólogos, líderes de partidos, e incluso los llamados opinólogos o sabios modernos que creen poder opinar de todo con fundamento, empiezan a interpretar los resultados que ha obtenido cada partido político. La poca falta de ciencia en la política hace que cada análisis, e interpretación de datos, sea visto de manera diferente si no es algo extremo. Algunos dicen o escriben que el PP es el principal ganador a ser la fuerza más votada a nivel nacional en las elecciones municipales con el 27,03% del total y tener la mayoría absoluta en 2768 municipios. Otros que el PSOE puede ser un gran beneficiado al tener la llave de decidir el posible pacto con líder de la candidatura Ahora Madrid, Manuel Carmena, donde han dado apoyo Podemos y un sector de Izquierda Unida. Otros que PP y PSOE han perdido 13 puntos y 3,3 millones de votos en las elecciones municipales. Otros que Podemos no ha ganado ninguna comunidad autónoma. Y otros, entre decenas interpretaciones, que la derecha catalana de CiU se desmorona con la victoria en Barcelona de la activista Ada Colau liderando la confluencia ciudadana de Barcelona en Comú donde también participa Podemos.
La historia de los análisis y debates post-electorales siempre sigue su dinámica de multinterpretaciones, según la ideología de cada ponente, pero la mayoría de veces estos debates siguen un padrón en el modelo electoral español; “el de olvidarse de la población que no votó”.
Las preguntas que deberían ser muchas veces el guión central de cierto debate son ¿por qué en las elecciones municipales de 2015 se abstuvo el 35,06% de los votantes, más de 12 millones de ciudadanos y ciudadanas? ¿Y por qué la abstención actual superó el 33,84%, algo más de 11,7 millones de votantes, de las elecciones de 2011? Es decir, paradójicamente ha crecido la abstención en un momento de aceleración de la pobreza en España. ¿Por qué? Ya que no hablan los tertulianos intentaremos descifrarlo.
La primera tesis de este dato es que durante estos últimos 4 años ha crecido la emigración de españoles por falta de trabajo. Actualmente, según el censo oficial, hay 1,8 millones de españoles que tienen derecho a votar y residen en el extranjero. La Marea Granate denuncia las trabas burocráticas por el llamado “rogar el voto” que ha impedido este derecho a muchos españoles que residen en el extranjero. Muchos de estos exiliados económicos, que se han tenido que ir durante los últimos años a causa de la crisis y las medidas de austeridad protagonizadas por el PP y PSOE, podrían ejercer un voto de castigo contra estas dos fuerzas políticas, y por ello no les interesa al bipartidismo facilitar en las embajadas este derecho ciudadano. En 2008 votaron el 31,7% de los expatriados españoles y en 2011 solo el 4,95%.
La segunda tesis es como el bipartidismo del régimen del 78 ha consolidado un cierto voto bastante fiable y rutinario y el hecho de despertar interés político y participativo de esos votantes que no suelen emitir su voto, 1/3 parte de la población, puede girarse contra ellos. A pesar de la crisis actual el PP perdió solamente algo más de dos millones de votos, pasando de 8,4 millones a 6, y el PSOE 700.000, de 6,2 millones a 5,5 millones de votantes, siendo superior a la suma de los dos partidos los 12 millones de personas que no han participado. Comparando la pérdida de votos con la situación de emergencia social y económica, además de los casos de corrupción que han cometido los dos partidos, no es una reducción destacable. Por lo tanto, puede ser de gran importancia para el bipartidismo que ese 1/3 de la población no participe para que no genere una resta al impacto y la representación que obtiene con sus votantes de confianza, así que es mejor para el poder ignorar ese dato y excluirlo.
Si queremos transformar la llamada democracia representativa en una cada ve más amplia democracia participativa, donde la mayor parte de la población se interese y actúe en la política, es más que necesario insertar en cada debate post-electoral el por qué de la ausencia electoral de un gran número de ciudadanos. Un debate que evitaría ocultar una realidad evidente de la que saca beneficio el poder del Régimen del 78.
- Nota relacionada:
España: el principio del fin de la hegemonía neoliberal