Por Redacción Marcha. En clara danza de precandidatos, se realizó el discurso de apertura de sesiones parlamentarias del último año de Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta de la Nación. Marcha estuvo afuera del Congreso.
Del lado de adentro de un prolijo bar de Congreso, una señora de rulos definidos y atuendo en matices de rosa almorzaba sin quitar su vista de lo que sucedía afuera. Un vidrio la separaba de la caravana de banderas blancas y celestes que copaban la plaza y las calles aledañas al epicentro legislativo nacional. Al menos, un vidrio la separaba. Esas micro distancias que en lo simbólico no son tan reducidas aparecieron cada vez que se acudía a las imágenes mentales del #18F. Ayer, mientras Cristina Fernández de Kirchner inauguraba el 133º período de sesiones legislativas ordinarias, en el centro porteño también hubo lluvia pero pocos paraguas, también hubo mucha gente pero que baja de sendos micros, también hubo consigna pero fue lo contrario al silencio.
Desde poco antes de las 10, la 9 de Julio estuvo cortada para albergar a stands oficiales y de agrupaciones políticas. Hipólito Yrigoyen, Avenida de Mayo, Solís y Virrey Ceballos fueron arterias de acceso de las muchas agrupaciones -sobre todo de la Ciudad y del Gran Buenos Aires- que participaron del encuentro que le respondió tácitamente a la oposición. Fueron colectivos organizados -de militancia sindical, barrial, cultural o partidaria- los que colmaron la parada durante las más de cuatro horas de discurso de la Presidenta. Pocas personas “autoconvocadas”: eso y el hecho de que muchas de las que sí fueron llegaron en micro se sabía que serían el blanco del golpe fácil de los sectores de derecha al día siguiente. Se vieron familias, se escucharon canciones y redoblantes, y un grito colectivo cuando la Presidenta aseguró que el país había logrado el “desendeudamiento”.
El Movimiento Evita fue claro en su presencia, incluido el puesto de su corriente “agraria” que regalaba porciones de sandía que regaron la city siempre tan coqueta. La Cámpora y la JP también movilizaron sus estructuras, como en cada acto oficial. También participaron colectivos barriales del sur del Conurbano, del lomense barrio San Sebastián, y agrupaciones universitarias, como el Frente de Estudiantes Populares (FEP) de la Universidad Nacional del mismo distrito. Gremios de docentes, trabajadores y trabajadoras de seguridad y de la televisión asistieron, como colectivos de la economía social. No faltó la Tupac Amaru ni personas que se calzaban la whipala sobre los hombros, atada al cuello cual bandera de club de fútbol. A cinco cuadras, el acampe Qom era ignorado por la alta mayoría de las 300 mil personas que aseguran que se reunió.
La presencia de los y las jóvenes fue contundente. Y, otra vez, el ejercicio de comparar el resultado de la movilización kirchnerista con la de febrero encuentra una diferencia: entonces todo fue solemnidad, pretendida aflicción encarada por personas de, en promedio, medio siglo de edad. Esta vez, con la estructura del Estado al servicio de la convocatoria, la consigna fue mostrar la alegría que pretende instalar el oficialismo como consigna del “proyecto” y de la conquista de la política en mano de los y las de menos de treintipico.
“La política es el único instrumento de los sectores populares para cambiar la realidad y los jóvenes la toman como propia”, reflexionó el diputado por el Frente para la Victoria, Fernando “Chino” Navarro frente a Marcha sobre el por qué del “éxito” del “modelo” en ese sector de la población. De hecho, la Presidenta quiso reforzar esa idea desde su mismo discurso, cuando enumeró los programas sociales dedicados a la formación de los y las adolescentes.
Danza de precandidatos
Caminar desde la Avenida 9 de Julio hasta el Congreso la que el kirchnerismo está haciendo de su “mejor hombre” para competir en octubre de 2015 contra lo que se anuncia como el fin de los 12 años de poder. Cada precandidato sacó a relucir a su gente y a su mayor o menor capacidad para movilizar recursos para la logística militante. Jorge Taiana, Agustín Rossi, Daniel Scioli y Sergio Urribarri fueron los nombres que pulularon en pancartas por el centro, propuestos para suceder a la jefa de Estado. De Florencio Randazzo, poco y el nombre de Juan Patricio Mussi por todos lados. Aunque hubo una consigna políticamente correcta sintetizada en varios carteles: “Quien va a ganar es el proyecto”.
Las calles porteñas, por las que esa misma mañana habrán caminado algunas personas para asistir a la apertura de sesiones legislativas que realizó Mauricio Macri, anunciaban como aspirante a gobernador bonaerense a Carlos Castagneto, segundo de la desdibujada Alicia Kirchner en la cartera de Desarrollo Social nacional. Con menos efervescencia, el rostro de Fernando Espinoza, mandatario de La Matanza, se vio en algunos postes, sin mayores consignas. Aunque por su capacidad de aglutinar a pares del sector más influyente del padrón provincial, está en la mira.