Por Cezary Novek. Golpe de agua es el primer libro publicado por el músico y escritor Juan Mannino. Antes de la presentación de hoy, en Córdoba, el artista dialogó con Marcha sobre su obra.
Golpe de agua es una colección de diez relatos agrupados en cuatro segmentos diferenciados: Él y Ellas, que gira en torno a una extraña relación chico-chica; Transporte cordobés, en donde el aludido sistema tiene un protagonismo tangencial; Apto para todo público, un tríptico de cuentos infantiles que parece en un principio algo descolgado hasta que nos damos cuenta de que son “parte de otras partes” del libro; y por último, El tipo que está de vuelta, que narra una aventura desde diferentes puntos de vista de un personaje que el autor ya trabaja desde hace un tiempo en su blog, que lleva el mismo nombre, lo que permite que además el lector pueda seguir las historias del libro a través de la página.
El tono del libro es amigable, con relatos contados en primera persona, recurso que el autor –con algún que otro fallo mínimo- maneja con gran soltura. Mannino sabe ponerse en la piel de sus personajes y es imposible leerlo sin imaginárselo como un niño que ríe de puro placer mientras juega con sus muñecos. Este punto, sumado a las tramas ingeniosas y sorpresivos finales, hacen de Golpe de agua un libro de lectura más que amable.
El humor a veces se tuerce pero no llega a ser retorcido. En los cuentos de Mannino hay picardía pero no maldad, de forma tal que realiza autopsias a diferentes tipos de vínculos humanos pero volviendo a poner todo en su lugar y dejando el parquet invicto de manchas imposibles. No obstante, siempre hay un impacto inesperado, una trompada –amistosa, pero trompada al fin- que Mannino tiene lista, esperando a vuelta de página, cuando uno piensa que ya le tiene tomado el tiempo al relato.
“Frágiles, tiernos, violentos, intolerantes, calculadores, ingenuos, utópicos”, así define el escritor David Voloj en la contratapa del libro a los personajes de Golpe de agua. Lucio Yudicello, por su parte, describe al autor como “una de las voces jóvenes de Córdoba que revitalizan el género cuento merced a su frescura y naturalidad expresiva, cualidades que, en su caso, se unen a una suerte de mirada ubicua donde las historias fluyen y se organizan a través de visiones parciales de la realidad”.
Juan Mannino dialogó con Marcha sobre esta obra literaria nacida de la mano de la Editorial Recovecos. Se presentará hoy, a las 20.30 en el Centro Cultural Alta Córdoba, de Córdoba.
-¿Cuáles son los disparadores que te llevan a escribir?
-Hay un poco de cada cosa. Lo observación es un motor inagotable, a veces hace gran parte del trabajo, pero en general, necesita de un imaginar literario para transformarse en cuento.
-Como escritor, ¿qué escritores influyen en tu obra a partir de la admiración?
-Puedo decir que de adolescente me obnubilaba con algunos europeos y americanos (Hesse, Saramago, Bradbury, Wilde, Poe…) y desde hace cierto rato, estoy leyendo mayormente latinoamericanos como Bolaño y Borges. Y, para hablar de autores nuestros y vivos, Lamberti y Voloj. Respecto a la orientación debo decir que Lucio Yudicello fue mi gran estimulador y David Voloj es mi maestro.
-Hay un interesante ejercicio de voces a través de la primera persona en todos los relatos ¿Fue una decisión estética escribir casi todos los cuentos en primera persona o es una casualidad?
-Me resulta más cómoda la primera persona, encuentro fácilmente el registro de los personajes. De todos modos, hay uno en tercera persona, El equilibrista.
-A partir de esta experiencia, ¿tenés planes de escribir a futuro?
-Como quien dice planes, no, pero la idea ronda en calidad de divague. El tipo que está de vuelta nació como un ejercicio literario que, posteriormente, resultó un terreno muy fértil en donde nacieron muchas historias y satisfacciones. Mis planes son seguir aprendiendo en el género cuento y meter las narices en el terreno de la novela. Me quedaron historias afuera de Golpe de Agua que ya se fueron juntando con otras. Tal vez, eso se transforme en otro libro de relatos o en una novela. También me interesa la literatura infantil, lo nuevo podría venir por ese lado.
-¿La música y la literatura se relacionan en tu trabajo? No me refiero tanto a temas sino a algo más intrínseco: al método de composición, a la forma de combinar palabras o sonidos, a la cadencia del texto…
-Totalmente. En cierto modo, componer es igual que escribir. Ambas, toman una idea chiquita y concreta que luego de desarrollarla, puede resultar un cuento, una canción, una novela, una sinfonía. De hecho a veces me levanto y no sé si tengo ganas de escribir o componer. Son actividades de pura creación, lugar en el que me siento más a gusto. Y sí, cuando escribo tengo en cuenta aspectos que me vienen de los sonidos musicales, como evitar cacofonías o tratar de lograr cierto fraseo.
-Los escritores crean mundos que a la vez son otras realidades posibles. ¿Cómo entendés la idea de la “realidad”?
-Puede que en Golpe de Agua mi visión de la realidad haya quedado reflejada – entre otras formas – como un “chiste”, como vos decís. Y está bien, fue mi interpretación en ese momento. Puedo decir que no entiendo la realidad como un escenario fijo sino como un proceso dinámico. La tierra se mueve cada vez más rápido, lo mismo hace o le hace a la realidad. En todo caso, te cambio la imagen de la serpiente por la de la iguana. Que va en pleno sol, olfateando con su lengua por lugares insospechados para sobrevivir, sabiendo que puede perder la cola o la piel en el trajinar, pero que también puede cambiarla por otra nueva, meterse en su cueva y ponerse a hibernar.