Fotos por Julieta Dorin, Julieta Lopresto y Colectivx Veinticuatro/Tres
Texto por Nadia Fink y Laura Salomé Canteros
Ayer por la tarde una multitud se congregó a las puertas del Congreso de la Nación para defender la plena vigencia de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. Es que uno de los numerosos Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que instituyera el presidente Mauricio Macri en sus primeros diez días de mandato, afecta directamente la independencia de AFSCA y AFTIC, los dos organismos que eran autárquicos hasta que pasaron a la órbita del recién creado Ministerio de Comunicaciones al frente Oscar Aguad. “La regulación de la Ley de Medios no va a subsistir en nuestro gobierno. Los medios van a competir libremente en el mercado y trataremos de ayudarles a los más pequeños”, fueron las primeras palabras del flamante ministro de Comunicaciones.
Desde entonces, varias resistencias se fueron conformando: unas 7 mil personas se juntaron el lunes pasado en Plaza de Mayo, en su mayoría autoconvocadas; la de ayer, con más de 30 mil, tuvo un marco más organizativo: estuvieron diputados del Frente para la Victoria, la Cámpora, Martín Sabbatella, máxima autoridad de la AFSCA, pero también numerosas redes de periodistas y de la comunicación, medios comunitarios, sindicatos de prensa y gente de a pie que empieza a sentir que los medios dejaron de hablarles para callar lo que late en quienes deciden no comprar la familia feliz en el living de Susana Giménez.
La “Ley de Medios” generó enojos en las grandes corporaciones mediáticas, pero también viene siendo cuestionada su plena implementación por parte de los medios comunitarios, alternativos y populares. De a ratos, se sintió que en estos años mucho se utilizó para generar la polarización Lanata/Clarín vs 6,7,8/Página/12 en lugar de profundizarse las medidas que beneficiaran el desarrollo de la difusión de la multiplicidad y la diversidad de voces a la que apelaba.
Así y todo, el articulado de esta Ley se construyó en foros a lo largo y ancho de todo el territorio, con amplia participación y discusiones que se habían ido generando durante años desde diferentes sectores de la comunicación y fue el paso más importante que dio el pueblo organizado para dejar atrás la “Ley de Radiodifusión” de la última dictadura cívico-militar. Pero Mauricio Macri la trajo de nuevo a nuestros días, en su primer discurso, desconociendo y menospreciando una ley construida con consensos, que tiene como base la comunicación popular y la exigencia de que la información no es mercancía y que comunicar no es un negocio sino un derecho.
Ese desconocimiento, esa negación, ese avasallar, es el peligro que late en este nuevo mandato gubernamental: los medios hegemónicos operando con voz propia cual partidos políticos. Pero mientras, las redes de solidaridad y organización en la lucha que se tejieron en el “mientras tanto” albergan la semilla de una Ley de Medios auténtica; esa Ley que no debería depender de gobiernos de turnos porque su construcción es genuina. Por eso, profundizarla sería lo esperado; y defenderla pareciera ser la obligación para los días que corren.
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